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Actualizado: 22 de mayo de 2025
De pronto se sintió enfermo. El médico, un joven recién llegado de Santiago, atribuyó su dolencia á los excesos alcohólicos; pero él creía saber mejor que este chileno presuntuoso cuál era la verdadera causa de su enfermedad. Dormía mal y su sueño estaba cortado por terribles visiones.
Los encrespados cabellos de castaño color le cubrían el cuello y no parecía tener más de cuarenta años, á pesar de las profundas huellas impresas en su rostro por las penalidades de sus largas campañas y por los excesos del placer y la bebida.
Asomóse en esto á la ventana la muger del ministro, y viendo á uno que dudaba de que el papa fuera el ante-cristo, le tiró á la cabeza un vaso lleno de.... ¡O cielos, á qué excesos se entregan las damas por zelo de la religion!
Y así no se debe tener por Captan cuerdo el que intenta una empresa errada por su Príncipe, si ya n quiere competir con el del Imperio. Con el buen suceso que tuvieron no trataron de pasar adelante, ni seguir la victoria: cosa que les hizo perder reputacion, y fué ocasion de hacer muchos excesos en aquella comarca, que irritaron gravemente el ánimo de los naturales y Griegos.
De este desgraciado principio nacen las despoblaciones, la ruina del Estado, y la muchedumbre de males y enormes excesos que se cometen: con los cuales están tan avenidos y familiarizados, que parece peligra la verdad si no los viésemos casi desnudos, endurecidos con las intemperies, è insensibles á sus males.
No es mi ánimo trazar la historia de este reinado del terror, que dura desde 1832 hasta 1845, circunstancia que lo hace único en la historia del mundo. El detalle de todos sus espantosos excesos no entra en el plan de mi trabajo.
En el año de 1704 salió en busca de los Puraxís que se habían retirado á una espesa selva para defenderse de los asaltos de algunos europeos que sin temor á las leyes, sobre el seguro de estar lejos de la vista de quien pudiese castigar sus excesos, se tomaban la licencia de hacer esclavos á los paisanos y venderlos á su gusto como tales; y llegando á donde uno de estos estaba alojado junto á aquellos pueblos, le recibió con mal semblante y peores palabras, diciendo al V. P. que aquel no era tiempo de hacer misiones, y así que se volviese y metiese en su Reducción, porque si no lo hacía por bien, le obligaría, mal de su grado, á que lo hiciese.
A veces oye la voz de su conciencia, cuando cesa en su vida culpable, exhortándolo á emprender de nuevo el buen camino; pero al pensar en Enrico y en la revelación que se le hizo, insiste de nuevo en sus censurables excesos.
Por fortuna estos excesos se fueron corrigiendo según avanzaron los ensayos; el primer actor sacó al fin las manos de los bolsillos; la primera dama cesó de engullir bombones y se alzó de la butaca; el barba deshizo el embozo de la capa. Sólo el galán joven persistió cínicamente en hablar al oído a la dama joven y en provocar su risa y en reír él mismo de haberla provocado.
Este joven vividor tenía como principio invariable el almorzar siempre en casa. "Si queréis, decía, conservar el estómago, aun haciendo los más continuos excesos en el comer, almorzad en casa todas la mañanas: almorzaréis medianamente, pero eso os salvará."
Palabra del Dia
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