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Al examinar particularmente los dramas de Calderón, nuestro objeto inmediato ahora, daremos la preferencia á las comedias religiosas. Comprendemos bajo esta denominación, no sólo aquellos dramas, que se llaman comedias divinas, con arreglo á la nomenclatura española, sino, en general, todas aquéllas cuyo carácter predominante es el religioso.

Lo que se ha de examinar es, si ella ofrece garantías de veracidad, y de que no se engaña en lo que propone: asentado el principio de su infalibilidad, todo lo demas se allana por mismo; pero si este nos falta, es imposible dar un paso adelante. Cuando un viajero de cuya inteligencia y veracidad no podemos dudar, nos refiere cosas que no comprendemos, ¿por ventura le negaremos nuestra fe?

Si esto se consigue, las cuestiones que voy á examinar en los capítulos siguientes, parecerán muy filosóficas; y su resolucion, si verdadera, al menos verosímil; pero si se confunden cosas tan distintas como son el órden intelectual puro, y el sensible, dichas cuestiones parecerán absurdas.

Al examinar las ideas de tiempo y de velocidad, incurrimos sin pensarlo en el defecto de mezclarlas en la misma explicacion; queremos prescindir de ellas, pero lo hacemos con mucha dificultad, cayendo con frecuencia en un círculo vicioso.

No veo que puedan señalarse otras fuentes de la representacion; y así teniendo la division por completa, voy á examinar sus tres partes, llamando muy especialmente sobre este punto la atencion del lector, por ser uno de los mas importantes de la filosofía. Esencial ó accidental, propia ó comunicada, la relacion ha de existir.

Las primeras nunca suceden sin un verdadero milagro; y aunque es cierto que Dios hace milagros, pero tambien lo es que no son tantos como el vulgo literario presume: de manera que siendo preciso exâminar la operacion milagrosa con mucha diligencia para asegurarnos, el mismo cuidado se ha de poner en averiguar las apariciones sensibles antes de creerlas.

Esta mañana he entrado triunfalmente en el comedor con un gran librote debajo del brazo. La abuela retrocedió espantada. ¡Dios mío, Magdalena! ¿te vas a examinar? No, abuela querida, estoy haciendo un examen. ¿A quién? ¿De qué? exclamó sorprendida. De la cuestión de las solteronas... Cuestión tonta y detestable idea respondió la abuela enfurruñada.

Acaeció al mismo tiempo que nuestro amigo Moreno, arrastrado por sus aficiones naturalistas, había seguido antes el mismo camino y se ocupaba en examinar algunas yerbas y flores con una lente de que siempre venía provisto para casos semejantes.

Este otro es David-Federico Strauss, uno que se metió a examinar la vida de Jesús y no dejó en ella títere con cabeza.

Pues me dijeron... Como no le veo hace dos días... ¿Vas de compras para la señora? Son camisetas para el señor conde. ¿De casa de Ramiro?... Déjame verlas, yo también tengo que comprar. La doncella abrió la caja y el marica se puso a examinar el contenido. Son muy finas. Esto es demasiado caro para , hija. , señor, son caras. Pues el señor conde todavía no las encuentra buenas.