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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Está bien. ¿Sabe usted que si tiene suerte se va usted a ganar veinticuatro mil duros...? Y si no me pegarán un tiro. Exacto. ¿Acepta usted? Sí, señor, acepto. Bueno. Entonces estamos conformes. Pero yo exijo que usted me formalice este contrato por escrito dijo Martín. No tengo inconveniente. El judío quedó un poco perplejo y, después de vacilar un poco, preguntó: ¿Cómo quiere usted que lo haga?
Por lo tanto, dejándola al principio pasar, la perseguían después á cierta distancia con agudos chillidos, pronunciando una palabra cuyo sentido exacto no podían ellos comprender, pero que no por eso era menos terrible para Ester, por venir de labios que la emitían inconscientemente.
Hoy son lo que arriba se ha dicho, sin ánimo, por supuesto, de ofenderlas. Después de pertenecer al marqués de Dávalos y a otros tres personajes, sin perjuicio de los devaneos furtivos que se autorizaba, vino al poder del duque de Requena, o éste al poder de ella, que es lo más exacto.
Esto es tan verdadero y exacto, que en cosas realmente unidas no cabe juicio afirmativo por solo faltarles la identidad; en tales casos, para poder afirmar, es preciso expresar el predicado en concreto, esto es, envolviendo en él de algun modo la idea del sujeto mismo; por manera que la misma propiedad que en concreto debiera ser afirmada, no puede serle en abstracto, antes bien debe ser negada.
Formulado que fué el anterior juicio, me asaltó el deseo de saber si habría sido ó no exacto en dicha apreciación. ¿Conoces á ese indio que va en la balsa? dije al timonel. No conoce, señor. Pregunta si vive cerca, y de vivir próximo al río, díle si podríamos pasar la noche en su casa.
Durante ellos se informó el Comendador, con el mayor secreto y diligencia, del valor exacto de todos los bienes de D. Valentín. Pasaban de cuatro millones de reales. Bastante se apesadumbró, no debemos ocultarlo, de que D. Valentín hubiese llegado á ser tan rico.
Ese maldito asunto está muy presento en mi espíritu. Sí, todo lo que acaba usted de contar es exacto, repuso Tragomer; el pobre Jacobo desempeñó las joyas, pero negó siempre haber vendido las papeletas. Pretendía que el verdadero asesino las había robado y desempeñado las alhajas antes de que el crimen fuese conocido.
Las observaciones de los marinos no se extienden mas adentro de la costa, y su rápida aparicion en algunos de sus puntos, no les deja el tiempo necesario para estudiar la índole de sus habitantes. A este vacio suple la obra del P. Falkner, que, aunque no siempre exacto en sus detalles topográficos, merece crédito en lo demas, por haber vivido por muchos años entre las tribus que describe.
Vale más correr el peligro de perder la camisa, como yo, que exponerme a perder allí la honra. Pero no era fácil salir de lo de don Eleazar, y además, el sueldo era bueno y el pago exacto. Se trabajaba; eso sí, se trabajaba noche y día, sin fin, sin tregua, pero ningún dependiente sabía lo que el otro dependiente hacía.
Tal vez esto último sea lo más exacto. La que una vez fué una verdadera mujer, y ha cesado de serlo, puede á cada instante recobrar sus atributos femeninos, si solamente viene el toque mágico que efectúe la transfiguración. Ya veremos si Ester Prynne recibió más tarde ese toque mágico y quedó transfigurada.
Palabra del Dia
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