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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Vamos á lo substancial, y para hacerme entender agrego un mapita, que aunque no sea exacto en cuanto al curso de los rios menores, lo es suficiente para explicar mis ideas. En él se vé la distancia de los rios Paraguay y Paraná, dividida en dos trozos: el uno comprende el espacio que hay entre los rios Ipané y Corrientes, y el otro entre el Igatimí y Yaguarí.
Esta especie de confidencias íntimas empiezan de esta manera: «Durante los primeros años de mi juventud, empecé a escribir un diario exacto de cuanto me ocurrió a mí, o en torno mío, con todas aquellas reflexiones que los diversos acontecimientos de mi vida me sugirieren. Después de largo tiempo, perdí esta costumbre, y quemé los apuntes que tenía hechos.
¡Ya me lo figuraba yo! exclamó Currita con maligna complacencia . Si quien habla mal de la pera, la bendice y se la lleva. ¡Exacto!
Y vino Golfín y le vio, y con su ruda bondad infundiole ánimos y la esperanza que comenzaba a perder. La dolencia no era grave; pero la curación sería lenta. «Paciencia, muchísima paciencia, y cumplimiento exacto, escrupulosísimo de lo que yo prescriba. Hay un poco de conjuntivitis, que es preciso combatir con prontitud y energía». ¡Pobre, desgraciado Bringas!
Las mismas de Amparo: alguna más edad; pero tan hermosa como ella; un parecido exacto... Y es lástima que ese retrato se haya extraviado, porque era una prueba indudable... pero a bien que el retrato existe en Amparo... en engordando la muchacha un poco más... el mejor día encuentra a sus padres en la calle.
La vista de un edificio, la lectura de un documento, un hecho, una palabra al parecer insignificantes y en que no ha reparado el historiador, nos dicen mucho mas y mas claro, y mas verdadero y exacto, que todas sus narraciones.
Este conocimiento exacto de Calderón de los dramáticos, que, durante su juventud, brillaron en los teatros de España, no es supuesto, como pudiera creerse, sino que consta, con pruebas sólidas y claras, de las mismas obras suyas, que examinaremos después.
Permanecieron en un estado de dolorosa indecisión, fluctuando entre la espera prudente ó la loca aventura de atacar á unos enemigos cuyo número exacto ignoraban. No tardó Watson en saber dónde se habían ocultado los otros dos camaradas del gaucho. Sonaron lejanos los furiosos ladridos de varios perros.
En esta refutacion de los escépticos nada encuentro que pueda destruir el escepticismo. Aun suponiendo que todos admiten el principio de causalidad, lo que no es exacto, ¿qué se puede sacar de este principio cuando se señala por único criterio la obra del mismo entendimiento que ha de emplear el principio?
No deseaba éste otra cosa. Media hora después, limpiándose el sudor con su pañuelo de percal aplomado, hacía don Silvestre en casa de su amigote un resumen exacto de los acontecimientos de su primera salida por las calles de la corte.
Palabra del Dia
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