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Actualizado: 15 de octubre de 2025


Para amar hay que conocer y no basta la etiqueta... »Como usted ve, señora, tengo la debilidad de desear un matrimonio de inclinación, pero, desagraciadamente, la vida de nuestras pequeñas poblaciones se presta poco a ello. En Bellefontaine, donde vivo, los hombres están agrupados de un lado y las mujeres de otro. Conocemos el color de los sombreros de esas señoritas, pero no el de sus ideas.

La mitad de las veces es necesario decir lo que no se piensa y ocultar lo que se piensa. ¡Qué horrible máxima! exclamé asustada. No la podré poner en práctica jamás. Ya llegarás a ello; mientras tanto, observa la etiqueta. ¡Y dale con la etiqueta! respondí, marchándome de mal humor.

Siempre con la etiqueta de la alta sociedad, le condujo a algunos de esos salones en los que la gente era aceptada sin pruebas, pero no sin motivo.

Se le figuraban ya todos los caballeros que andaban por allí, don Víctor inclusive, criados vestidos de etiqueta; todos eran camareros, el único señor Mesía. De todas maneras estaba bien don Álvaro; de frac era como mejor estaba.

¡Qué cosas tienes! dijo. Demasiado sabes que mientras estés conmigo no pueden anunciarme a nadie. ¡Valiosa prerrogativa regia! No hay nada como la etiqueta dije. Pero había olvidado esa regla por completo. Y dime: si yo estuviese a solas con otra persona, ¿podrían anunciarte a ti? Lo sabes tan bien como yo contestó admirada. Podrían anunciarme, porque soy princesa de la sangre.

La comitiva conversaba y reía dando vueltas por las calles no muy bien aderezadas de la huerta, parándose á cada instante y entremezclándose continuamente sin guardar etiqueta.

Al regresar hubo refresco para la familia y amigos íntimos solamente: un refresco a la antigua española, con almíbares, sorbetes, chocolate, vino generoso, bizcochos, dulces variadísimos, todo servido en macizas salvillas y bandejas de plata, con gran etiqueta y compostura.

No hay que enfadarle. Al fin es quien es. Y el otro ¿anda con él? ¿Tan amigotes siempre? Ya se sabe que a casa no le lleva.... ¿Y es de etiqueta el baile? Creo... que ... ¿Hay que ir escotada? Ps... no. Aquí la etiqueta es para los hombres. Ellas van como quieren; algunas completamente subidas. Nosotros iremos... subidos ¿eh?

Pero, amiga, quién te dice que, a lo mejor de mis entusiasmos, ahí viene la etiqueta de las gentes villavejanas... ¿Te he hablado algo de Villavieja?... Espérate que repase lo escrito... No... Pues Villavieja es el pueblo, la villa a que corresponde el sitio de Peleches: Peleches en lo más alto, y Villavieja en lo más bajo, pero casi unidos por una calle muy mala y un paseo regular.

Antes que éste se terminase, comenzaron a salir por las trampas del escenario hasta una docena de diablos con sendas y enormes pelucas de estopa, el rabo de etiqueta, y teas encendidas, en las manos.

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