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Actualizado: 24 de septiembre de 2025
No hay ciertamente flegmasía alguna de las membranas mucosas estraña á la cantárida, desde la del exófago y de la faringe, que simula la hidrofobia, aun con encefalitis, hasta las inflamaciones mucosas de los riñones, de los intestinos, del estómago, de la vejiga y de la uretra.
El estómago, no tanto: lo peor es la gran debilidad que siento en todo mi organismo desde hace tres o cuatro meses. Una carencia absoluta de fuerzas. En cuanto subo cuatro escaleras, me fatigo. No puedo levantar el peso más insignificante... ¿Ha tenido usted algún síncope, o siente usted mareos de cabeza? Mareos, sí, señor; pero nunca he llegado a perder el sentido.
23 No bebas de aquí adelante agua, sino usa de un poco de vino por causa del estómago, y de tus continuas enfermedades. 25 Asimismo las buenas obras antes son manifiestas; y las que son de otra manera, no pueden esconderse. Esto enseña y exhorta. 3 El que enseña otra cosa, y no se allega a las sanas palabras del Señor nuestro, Jesús, el Cristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad;
Y Mariquita bebía ansiosamente, con una sed rabiosa, deseando renovar la sensación de frescura en su boca ardiente como si llevase fuego en el estómago. De vez en cuando protestaba. Que me voy a emborrachá, Luis. Que creo que ya lo estoy. ¡Y qué! exclamaba el señorito. Yo también estoy borracho, y tu padre, y todos lo estamos. Para eso es la fiesta.
Me ha enfermado de la vista, de las piernas, de la cabeza, de los riñones, de todo menos del estómago. Privándome de recursos, dispone que yo digiera como un buitre. Lo mismo hace conmigo. Pero yo no lo llevo a mal, señora. ¡Bendito sea el Señor, que nos da el bien más grande de nuestros cuerpos: el hambre santísima!».
No eran gran cosa estos banquetes; pero ¡cómo pensaba en ellos los días en que le faltaban el trabajo y la esperanza de nuevas traducciones! Transcurrían para él, en la redacción, las horas de la noche en continua lectura, sintiendo al mismo tiempo en el estómago los retortijones del hambre.
La reunión acogió con olés y gritos de triunfo esta prueba de gran estómago, en que, al parecer, se hallaba interesada la honra nacional. Estaba oscureciendo. Dentro del cenador la luz era ya muy escasa.
Tambien se engañan los Médicos en la semejanza de los símptomas, ó accidentes que acompañan á las enfermedades. Quéjase una muger de un dolor que la aflige con gran molestia en la boca del estómago, y al mismo tiempo vomita cóleras verdes.
Delante del fuego también había algo que, si la cocción hubiera estado algo más adelantada, no hubiera carecido de interés para un hombre cuyo estómago estaba vacío. Era un pedazo de carne de cerdo suspendido del gancho de la chimenea por medio de un cordel pasado por el anillo de una gran llave de puerta, según un método conocido por los viejos dueños de casa en que no hay asador.
Renunciaba con gusto a aquella sombra de vida dentro de un estuche de piedra, atormentado por el mal físico y el miedo a la ferocidad de los hombres. Su estómago, herido por las privaciones, se negaba muchos días, con horribles náuseas, a recibir el pan áspero y el cazo de rancho. La larga inmovilidad, el enrarecimiento del aire, la escasa nutrición, le habían hecho caer en una anemia mortal.
Palabra del Dia
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