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Don Juan, considerando inútil enterar a Julia de cuanto sabía relativo a los antecedentes de Cristeta y sus tíos, calló; y acordándose de don Quintín, se dijo que podría sacar de él gran partido. No andas descaminada: buscaré a los estanqueros. Qué icir que si no está casada...; pero lo que yo me digo: si no lo está, si es dueña de hacer de su capa un sayo, ¿por qué llora tanto?

¿Oye usted eso? preguntó al editor su amigo. ; es la chiquilla de los estanqueros. ¿Bonita? Un primor. ¿Se convence usted añadió el caballero de que si uno se propusiera buscarlas, encontraría mujeres para el teatro? Hombre, no sea usted niño. Desde que no quién encontró un tenor en una herrería, todo el mundo se maravilla de cualquier voz que escucha en cualquier parte.

A la cocinera le han dicho que la señorita había sido de las que trabajan en el treato. Eso debe de ser una paparrucha. No tiene trazas de cómica. Lo que has de averiguar es si tiene unos parientes estanqueros, y si habla de que vuelva pronto tu señor. De parientes nunca habla, como si fuera inclusera. El señor tié que estar allá un año... le faltan nueve meses.

Convínose en que al principio no representaría la niña sino papelitos cuya parte musical pudiese aprender al oído, y también en que, sin pérdida de tiempo, comenzase a tomar lecciones de canto. Ella se puso loca de contento y los estanqueros, imaginando que su sobrina tenía una mina en la garganta, transigieron en pagar maestro.

Además, el cuarto almacén tenía la entrada por un patio, que era de los estanqueros, y éstos cuidaban de que sólo entrasen allí los dependientes del editor, con lo cual él, seguro de robos, pagaba la custodia con billetes de favor para los teatros, a que de ese modo asistía Cristeta gratis y a menudo.

Pero estas pequeñas emociones nada eran ni valían comparadas con su alegría cuando el editor, por tener propicios a los estanqueros, les enviaba un par de butacas de tifus en las últimas filas de cualquier teatro que andaba mal.

Por último, al celebrarse la boda se prestó a ser madrina, en nombre de una condesa a quien había servido el novio, y desde entonces, agradecida la pareja, aunque parezca inverosímil, mostró siempre cariño a la señorita Cristeta, sin parar mientes en que, a pesar de este señorío, eran ellos casi ricos con relación a la sobrina de los estanqueros.

En resumen; seguro no sabes nada. ¡Si quedrá usted que le traigan a la señorita ya mansa y conforme!... ¿Tié usted más que buscar a esos estanqueros, y ponerse al habla con ellos y que desembuchen la verdad?

Pues la cocinera m'a dicho que la señorita ha sío cómica, que una vez la vio de trabajar, pero que ahora está desconocía, porque está muchísimo más guapa; y que fuera de Madrid tomó relaciones con un señor y se casó; pero algunos dicen que no están casaos, y que por eso no la quién ver sus tíos, que son estanqueros; y otros dicen que ella es la que no le da la gana de ajuntarse con ellos, porque le da vergüenza de que son gente ordinaria; y me extraña, porque la señorita es buena.