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Agradablemente pasaron, pues, la velada, y fueron de los que más gozaron en ella, sin perdonar los fuegos con los que la velada terminó, y que estuvieron espléndidos. Los galanes, ya cerca de la una, acompañaron a ambas Juanas hasta la puerta de su casa. Cada mochuelo a su olivo, como suele decirse.

Los parisienses tienen orgullo de poseer sus espléndidos jardines de las Tullerías, del Luxemburgo, etc.

Todavía le dolía al pobre dios la cuenta de la modista. ¡Hijo! dame cortinas de á doce pesos la vara y ¡verás si me pongo estos trapos! replicó picada la diosa; ¡Jesus! ¡hablarás cuando tengas tan espléndidos predecesores! Entretanto Basilio, delante de la casa, confundido entre la turba de curiosos, contaba las personas que bajaban de los coches.

Otros mensajeros saqueaban nuestras iglesias y nuestros palacios, llevándose los brocados históricos de casullas y frontales, el tisú y los terciopelos con bordados y aplicaciones, y otras muestras riquísimas de la industria española. Al propio tiempo arramblaban por los espléndidos pañuelos de Manila, que habían ido descendiendo hasta las gitanas.

La pobreza surgía ante su paso, con todas sus molestias, en estos salones que le hacían recordar los espléndidos decorados de ciertos teatros vistos en sus viajes por Europa. Como si fuera un extraño que entrase por primera vez en su dormitorio, admiraba Febrer esta pieza, grandiosa y de elevado techo. Sus poderosos abuelos habían edificado para gigantes.

Viajando en Europa he observado que donde quiera que los Jesuitas han tenido colegios sus alojamientos han sido espléndidos; lo que prueba que su decision por el lujo ha sido hábilmente secundada por una industria bien productiva de inmensas riquezas. Los hijos de Loyola son los mas felices especuladores del mundo.

Mas el tiempo se empeñó en festejar a las viajeras, y poco después de su llegada a Vichy brindoles los más espléndidos y apacibles días que quepan en otoño, estación de serenidad, sobre todo cuando comienza.

Terminaba el primer acto de "La Walkiria", cayó el telón, y ya encendidas las luces de la sala, buscó el sitio en que debía estar Adriana. Pero apenas creyó distinguirla, el exceso de la emoción le hizo apartar la vista, y se puso a pasearla por todo el teatro, por las mil caras rosadas, los blancos hombros desnudos y los peinados espléndidos cuajados de pedrería.

En el interior de la ciudad algunos bellos y aun espléndidos jardines, las casas agrupadas y de elevada aunque vulgar construccion, la vida, el movimiento, la animacion. Pero al derredor de la ciudad colinas desnudas, sin un árbol, sin poblacion; campos calcinados, solitarios, sin irrigación, sin vida. El desierto por todas partes, la soledad, como si el Africa empezase á las puertas de Madrid....

La primera vez que recorrí esos jardines espléndidos, iba de bracero con un marques republicano, Orense, que no pensaba sino en la democracia, y le daba mas energía al contraste mi situacion. Allí, á la sombra de las alamedas y ante las imágenes de los monarcas, dos hombres enteramente distintos fraternizaban cordialmente.