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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Lo único que lograba distraerla algunos momentos era el arreglo del baúl del cadete, al cual consagraba tantos y tan prolijos cuidados que nada se echaba de menos en él, desde las prendas más usuales de ropa hasta un pedazo de tafetán de golpes y un paquete de hilas para el caso de herirse. Ricardo evitaba siempre la despedida, escapándose.
Leía las palabras del cosmos es decir, del diccionario , evitando, con el mayor escrúpulo, que rozasen sus ojos la definición de que iban acompañadas. Leía una; en rigor, no es que la leyese; la veía, materialmente, escapándose de los pajizos folios, caminar sobre el pavimento, o volar en el aire, o diluirse nebulosamente en el techo.
Un ingenioso naturalista lo compara á un gigantesco embudo que absorbiese bruscamente. La ola, escapándose de allí bajo espantosa presión, se eleva á alturas de que no hay otro ejemplo en nuestros mares. La marejada del Noroeste es el motor de la máquina, y si es un tanto más Norte empuja hacia el fondo del golfo, va á aplastar San Juan de Luz.
En el estruendoso remolino, el agua y el aire, arrastrados á un mismo tiempo por la tromba, se confunden en una masa blanca que se agita incesantemente. Cada torrente, cambiando á cada instante de forma, es un caos en el caos. Escapándose del torbellino, el aire aprisionado levanta millares de gotas pequeñas, que al dirigirse hacia el espacio producen fina niebla que el sol irisa.
El perro rondaba el fúnebre catafalco, estirando el hocico, queriendo lamer las frías manecitas de cera, y prorrumpía en un lamento casi humano, un gemido de desesperación, que ponía nerviosas á las mujeres y hacía que persiguiesen á patadas á la pobre bestia. Al mediodía, Teresa, escapándose casi á viva fuerza del cautiverio en que la guardaban las vecinas, volvió á la barraca.
Escapándose de entre las manos de una criada que se esforzaba por retenerla, se echó de rodillas al lado del ataúd y lo estrechó en sus brazos en un movimiento apasionado, como si la muerta pudiera sentir todavía su presión, y ocultó la llorosa cara entre los pliegues del paño mortuorio.
Por fortuna, era infinitamente más discreto que yo en aquellas circunstancias, y todo quedaba reducido a que cambiaran de madriguera los secretos que iban escapándose de la mía. Volví a las andadas por montes y barrancos, y hasta me parecían llanos y placenteros caminos y sendas por los cuales no andaba yo antes sino echando los pulmones por la boca.
Desnoyers tuvo que arrancar á su hijo de las enseñanzas del abuelo. Era inútil que hiciese venir maestros para Julio ó que intentase enviarlo á la escuela de la estancia. Madariaga raptaba á su nieto, escapándose juntos á correr el campo. El padre acabó por instalar al niño en un gran colegio de la capital cuando ya había pasado de los once años.
Palabra del Dia
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