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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Comíale el prurito de la solemnidad y de las grandes frases, y más de una vez le arrastraron sus obsesiones parlamentarias al extremo de replicar a su mujer en un diálogo prosaico sobre temas de cocina, con un «¡Su señoría se equivoca!» que, por lo campanudo y resonante, hubieran envidiado los más famosos adalides del Congreso.
Es una visita corta: el pobre, según parece, está desahuciado de todos. ¿Qué te cuesta darlas gusto?... En su mirada y su acento había tal tono de súplica, que Aresti aceptó mudamente, adivinando que con ello aliviaba de un gran peso á su poderoso primo. Aquel hombre envidiado por todos, el «hijo favorito de la fortuna», como él lo llamaba, tenía sus disgustos dentro del hogar.
Pepe Vera atravesó tranquilamente el circo en medio de aquellos frenéticos testimonios de admiración apasionada, de aquella unánime ovación, saludando con la espada a derecha e izquierda, en señal de gratitud, sin que excitase en su pecho sorpresa ni orgullo un triunfo, que más de un emperador romano habría envidiado. Fue a saludar al Ayuntamiento y después al duque y a la real moza.
Vivir con el corazón ulcerado, con el alma inquieta.... ¡Oh, cuántas veces he envidiado a las personas virtuosas y humildes como usted! ¡Qué feliz sería yo si no llevase a cuestas este carácter triste y receloso, esta soberbia que me consume!... ¡Y quién sabe añadió después de una pausa , quién sabe si hubiera sido más dichosa en otra esfera!
Pero este talento no debe ser muy envidiado ni admirado, porque brilla particularmente a espensas de la moral, del juicio interno y de la religion.
El desconocido suspiró, plegó sus labios con una sonrisa amarga y desdeñosa, y continuó su narración: «Aquel nombre, aquella gloria literaria que tanto había envidiado, en breve llegó a ser insuficiente para mi alma.
Pues, a fe de bueno, que no he dicho yo mal de ningún encantador, ni tengo tantos bienes que pueda ser envidiado; bien es verdad que soy algo malicioso, y que tengo mis ciertos asomos de bellaco, pero todo lo cubre y tapa la gran capa de la simpleza mía, siempre natural y nunca artificiosa.
Palabra del Dia
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