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Mas era tanta la alegría de la esposa al verle enmendado, que no pensaba que aquella enmienda fuera como un descanso, para emprenderla después con más brío por esos mundos de Dios.

Se echó tierra al asunto, porque doña Isabel deseaba, según un autor de la época, «que las verdaderas causas de lo ocurrido quedasen ocultas, pues más quería ver a Colón enmendado que maltratado». Y el mismo Colón, en una carta, confesaba haber cometido faltas que necesitaban el perdón de los reyes, «porque mis yerros decía no han sido con el fin de hacer mal».

No te negaré yo que era algo esprit fort en su mocedad pero ya se habrá enmendado. Por lo demás, siempre fué el Comendador pundonoroso, hidalgo y bueno. ¿Qué tienes que decir contra su moralidad? Cállate, Valentín, que no dices más que sandeces.

Exámen de la máxima «piensa mal y no errarásEl mundo cree dar una regla de conducta muy importante, diciendo «piensa mal y no errarás,» y se imagina haber enmendado de esta manera la moral evangélica. «Conviene no ser demasiado cándido, se nos advierte continuamente; es necesario no fiarse de palabras; los hombres son muy malos, obras son amores y no buenas razonescomo si el Evangelio nos enseñase á ser imprudentes é imbéciles; como si Jesucristo al encomedarnos que fuésemos sencillos como la paloma, no nos hubiera avisado que no creyésemos á todo espíritu, que para conocer el árbol atendiésemos al fruto; y finalmente como si á propósito de la malicia de los hombres, no leyéramos ya en las primeras páginas de la Sagrada Escritura que el corazon del hombre está inclinado al mal desde su adolescencia.

21 para que cuando volviere, no me humille Dios entre vosotros, y haya de llorar por muchos de los que antes habrán pecado, y no se han enmendado de la inmundicia y fornicación y deshonestidad que han cometido. 1 Esta tercera vez voy a vosotros. En la boca de dos o de tres testigos consistirá toda palabra.

El conde de Genahazar; a los cinco meses de cama, está ya curado de su herida, y según dicen, muy enmendado de sus pasadas insolencias. Ha pagado a Pepita, hace poco, más de la mitad de la deuda; y pide espera para pagar lo restante. Hemos tenido un disgusto grandísimo, aunque harto le preveíamos. El padre vicario, cediendo al peso de la edad, ha pasado a mejor vida.

Fortunata fue por la luz, y en tanto la viuda dijo a su corredora: «¿Qué traes por acá? ¡Cuánto tiempo...! ¿Y qué tal? ¿Te has enmendado? Porque el padre Pintado le contó a Nicolás horrores de ti...». No haga caso, señora. D. León es muy fabulista y boquea más de la cuenta. Fue un pronto que tuve. ¡Vaya unos prontos!... ¿Y qué traes ahí?