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Actualizado: 4 de junio de 2025
Hay sobre todo dos personajes, que se distinguen de todos los demás de la comedia: uno es el hermano de Floristán, tipo de aquellos segundos galanes, tan comunes en las obras dramáticas posteriores, prontos siempre á casarse con la dama abandonada por el primero, y muy útiles para sacar al autor de embarazo; y otro el criado enamorado de la criada, que por su afición á las intrigas, por su cobardía, etc., nos ofrece los rasgos característicos del gracioso.
Viene dicho rio de la parte occidental, y es navegable con canoas por algunas leguas. Mas abajo del Xaurú se divide el Paraguay en dos brazos caudalosos. El mayor corre con su canal estrecha, pero muy profunda, por medio de los Xarayes: y por esta navegamos con nuestras embarcaciones sin embarazo alguno. El otro brazo corre por algunas leguas por la parte occidental de los Xarayes.
De aquí el grande embarazo en que se vieron doña Luz y su amante apenas se dijeron que se querían. Doña Luz, sobre todo, no sabía qué hacer. Se sentía avergonzada de lo que había dicho, quería huir de las miradas de aquel hombre, y no se resolvía a huir, temerosa de que su fuga pareciese artificio o ridícula puerilidad impropia de una mujer de veintiocho años.
Vió verdaderos hombres, cuyo aspecto vigoroso no se prestaba á equívocos, y que, sin embargo, marchaban sin el embarazo de las faldas. Estos hombres iban casi desnudos, al aire su fuerte musculatura, y sin más vestimenta que un corto calzoncillo. Todos ellos mostraban la pasividad resignada, la fuerza brutal y sin iniciativa de las bestias de labor.
Desde aquel momento comprendí lo que había, tanto mas cuanto que, al mirar con impasibilidad á la silenciosa vecina, noté que bajaba los ojos con algun embarazo. Parece que ámbos adivinaron mi sospecha, porque inmediatamente el dormilon sobresaltado dijo, como queriendo explicar la situacion: Sobrina, ¿no tienes sueño? No, tio, respondió la vecina.
Doña Lupe no se atrevió a negar; tan abrumadoras eran las verdades que su sobrino manifestaba. «Verás... Tú no debes ocuparte de eso... Te concedo que vive, pero no sé dónde. Y en cuanto al embarazo, es error tuyo y de tu maldita lógica. ¡Vaya con la salida! El diablo cargue con tu lógica». Si insiste usted, querida tía, en hacer comedias, creeré que quien ha perdido el juicio es usted.
Ahí dentro tengo una Vida de San Vicente Ferrer, mi ilustre patrón, al que con motivo llama su panegirista «el San Pablo español». No se imagine que es un librillo de los de ahora, sino un volumen con tapas de pergamino, impreso hace siglos, y su autor es el reverendo padre Valdecebro, varón de gran fama por las obras que escribió sobre la vida de los animales... Pues el padre Valdecebro cuenta que la madre del santo, cuando estaba en su embarazo, sentía grandes inquietudes y miedos por lo desmesurado de su vientre y los ruidos que hacía la criatura.
Para librarse del embarazo y temor que sentían, comenzaron a hablar con los espectadores de las primeras filas, a quienes podían divisar.
Clementina pretendía que Osorio le hablase. Este creía que era ella quien debía pedirle cariñosamente una explicación antes de formular ninguna queja. Después de algunos días de vacilación, al fin se decidió la esposa a dirigir algunas palabras a su padre, si bien con cierta indecisión y embarazo, pues conocía bien el carácter de éste y mejor aún el suyo propio.
Tiene un estado de excitación continua, y creo que padece una lesión cardíaca, que el embarazo y los disgustos han exacerbado. Doña Celestina se inmutó porque, aunque mujer orgullosa, tenía buenos sentimientos. ¿Usted cree que el matrimonio con ese hombre habrá contribuído...? Es posible, pero no es fácil asegurarlo. No quise tranquilizarla.
Palabra del Dia
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