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Así suponiendo un observador en A, punto de la tierra, su oriente será el punto B, y su occidente el punto C. Si la tierra gira sobre su eje, el oriente y occidente del observador corresponderán sucesivamente á los m, n, p, q, etc., en el confin que imaginamos como la bóveda celeste. Luego, aun suponiendo esta bóveda fija, el oriente y el occidente no significan nada fijo.

Butrón comenzó a exponer el proyecto, como si fuese desconocido de todos los presentes, haciendo caso omiso de la junta y presentando con grande habilidad la fiesta deseada, como el eje sobre que había de girar la ejecución del proyecto, la restauración del trono, la felicidad de España y la paz del mundo y el equilibrio europeo.

Sobre la monótona rotación siempre en torno del mismo eje, estaba el movimiento de traslación, que arrastraba al globo por los espacios infinitos en eterno viaje, sin pasar nunca por los mismos lugares. ¡Maldición a la rueda! La vida no era una eterna vuelta por idénticos puntos. Sólo los cortos de vista, al contemplar este movimiento, podían imaginarse que era el único.

Desde el origen, buscando la vida, aunque á tientas, á la fuerza, parecía soñar confusamente con la futura creación de un eje central que haría del ser uno, decuplicando el vigor del movimiento. Así lo presintieron los radiosos y los moluscos, y bosquejaron algunos ensayos. Empero traíalos harto distraídos el abrumador problema de la defensa exterior.

Desde aquellos días se echó en la casa de los marqueses de Montálvez una raya por debajo de lo vivido hasta allí, y se abrió una vida nueva, cuyo centro, cuyo eje, era el recién nacido heredero de los títulos y preeminencias de su padre; por lo que la pobre Verónica, elemento principalísimo de la vida vieja, quedó entre lo más alto y olvidado de la raya para arriba, como trasto inútil en obscuro desván.

El eje que sostenía la rueda, estaba apoyado en dos troncos de olivo, que habían echado raíces y cubiértose de una corona de follaje verde oscuro.

De modo que el día es en Júpiter 2 veces y 1/2 más corto que sobre la Tierra, y como su año es por el contrario casi once veces mayor, resulta que se compone de un número mucho mayor de días del planeta, esto es, de 10,477. El eje de rotación forma casi un ángulo recto con el plano de la órbita.

En efecto, el eje de rotación se inclina 23° 28´ sobre el plano de la eclíptica. Cuando nuestro globo llega, por efecto de su movimiento de translación alrededor del Sol, á uno ú otro de los solsticios, el radio que une los centros de ambos astros pasa precisamente por un punto de uno de los trópicos, y coincide con la vertical del lugar.

Entre estas dos épocas, el calor recibido por el globo varía, á medida que cambian las distancias del Sol á la Tierra. Como el eje mayor de la órbita divide la curva en dos partes iguales recorridas en el mismo tiempo por el planeta, resulta que éste recibe del sol cantidades de calor iguales durante cada una de esas mitades de año.

Ya no hay jazmineros ni raiceros, y es lástima; que a haberlos, les caería encima una contribución municipal que los partiera por el eje, en estos tiempos en que hasta los perros pagan su cuota por ejercer el derecho de ladrar.