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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Yo lo he visto, señor barón, dijo Froilán; el jorobado estaba sobre la roca más alta, mirando nuestro barco, y desapareció de súbito. Su presencia confirma los buenos augurios que he observado hoy, repuso el barón. Al dirigirnos á la playa cruzaron nuestro paso un religioso y una mujer, y ahora divisamos un jorobado antes de perder de vista la costa.

Esto hicimos nosotros aquella mañana: salimos á la calle á la buena de Dios; y como lo primero que divisamos fuese, á muy pocos pasos de la puerta del hotel, cierto arco de piedra que daba acceso á una gran plaza con árboles y jardines, nos dirigimos allá resueltamente, no sin preguntarnos antes con tanto énfasis como si acabásemos de descubrir la India. ¿Qué plaza será ésta?

Por último, resolvimos asistir nosotros también al espectáculo que se preparaba en la vecina villa, y poniéndonos en marcha, pronto recorrimos las dos leguas de camino llano. Mucho antes de llegar divisamos una gran columna de humo que el viento difundía en el cielo. La villa de Valdepeñas ardía por los cuatro costados.

Así al lado derecho como al izquierdo, divisamos otras figuras. Las de la derecha deben ser bienaventurados, que guardan las tres virtudes teologales, y las de la izquierda parecen ser figuras de réprobos, imágen de los siete pecados. Nos acercamos más. La enorme puerta principal, toda de bronce, es un trabajo de mérito notable; una obra maestra.

Así que salimos á la plaza de la Concordia, divisamos, entre el juego de muchas luces particulares, un surco contínuo de fuego, tirado á cordel; á medida que el coche avanzaba, veiamos escaparse, como apariciones fugitivas, la rica y espaciosa calle de Castiglioni, divisando como un relámpago la enorme columna de Vendome; la plaza y la fachada del palacio Real, iluminadas perfectamente, el anchuroso bulevar de Sebastopol, con sus dos hileras de faroles que se van juntando á medida que la mirada se prolonga, hasta que se pierden en un montecillo de luces trémulas, á una distancia que parece de ocho ó diez millas; el gigantesco torreon negro, con su jardin alrededor, como una azucena sembrada al pié de una roca deforme; el palacio de la Ciudad y su plaza, alumbrada por grandes faroles, la caserna de Napoleon, hasta llegar á la Bastilla, plaza extensa, menos brillante que la de Vendome ó la de las Victorias; pero no menos interesante como teatro histórico.

Con menos lujo, habria más grandeza, porque resaltaria más la grandeza de los techos, de las paredes, del espacio; la grandeza de la extension. A pesar de todo, es una pieza deslumbradora. Entre las infinitas cosas notables que hemos visto en la sala de que hablo, no voy á hacer mencion más que de una. Casi al fin del lienzo de la derecha, como en el comedio de la pared, divisamos un cuadro.

Divisamos el Cerro de la Tinta al N, con las demas sierras, y reconocimos estar muy internados al S de ellas, y llegando á un arroyo á las cinco ó seis de la tarde paramos en él, divisándose á un mismo tiempo gran porcion de yeguada, y saliendo los indios á correrla, se proveyeron de carne para mucho tiempo.

Repetidas veces nos asomamos; pero fué inútil; nadie parecia en el balcon, ni nada tampoco se descubria á través de los vidrios. Así estuvimos más de hora y media. Entrada ya la noche, divisamos en la habitacion de la mujer vestida de negro el fulgor de una luz, que pasaba de una estancia á otra. Entonces cerramos las maderas, y mi mujer y yo exclamamos casi al mismo tiempo: hasta mañana.

Palabra del Dia

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