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Actualizado: 23 de junio de 2025
En todos estos casos puede decirse que no se paraba en barras y que fácilmente tiraba la casa por la ventana, pues, fué siempre característico de la tierra el rumbo, hasta llegar al derroche, al despilfarro que conduce á la ruina.
Síguese, pues, que no sabemos por qué es pobre España, a no ser que afirmemos, y a esto me inclino yo, que somos pobres por una calidad opuesta a la que acabamos de mencionar: por el amor al lujo, por el despilfarro, por el desorden, porque somos indiscretamente muy rumbosos y generosos, y sobre todo, porque no sabemos gastar y gastamos sin discernimiento y sin lucimiento.
Esto es poco y angosto todavía; y si has de moverte dentro de ello, tienes que pasar cien veces por un mismo sitio y codearte a cada paso con unas mismas personas. Dime otra cosa...: debe de haber mucha gente tronada de la nuestra, con ese vivir en perpetuo despilfarro, sin apego a ninguna ocupación seria...
Acudió a reforzar su patriótico intento el prurito didáctico que había en su alma y que jamás la abandonaba. Se propuso mejorar la condición de aquel extraviado mancebo, hacerle aborrecer el desorden y el despilfarro absurdo, y hacerle amar el orden y la economía.
D. Juan tuvo que contentarse con ser el único administrador de aquella prodigalidad gentílica, pero no llegó su influencia a evitar el despilfarro, ni siquiera a conseguir que redundara sólo en provecho propio la generosidad excesiva de su antigua pupila.
Su austeridad de hombre de números, metódico y prudente, le hizo indignarse contra esta falta de equilibrio entre los ingresos y los gastos. Pero acabó por sonreir, encontrando natural el despilfarro. ¡La marquesa era tan interesante!... Además, una señora de su alcurnia no podía llevar la misma vida de privaciones de las mujeres del vulgo. Pasó Moreno el resto de la tarde inquieto y pensativo.
Tildó su excesiva generosidad de desatino, de imprevisión y de censurable despilfarro. Ella misma sintió como remordimientos de ser causa de aquel gasto ruinoso; pero los remordimientos de doña Luz iban mezclados con una dulzura grandísima, al reconocer ella en aquel gasto la más irrefragable prueba de amor.
Aquella segunda campaña de baratijero fue una barredera en el lugar. Ni una mota dejó el pícaro en Tablanca. Particularmente Facia, que era de suyo sencillota y noble, se despilfarró.
Todas ellas, al buscar en el domingo, día clásico de huelga y despilfarro en los laboriosos pueblos de provincias; al buscar, repito, en el domingo el desquite de las flojedades de entrada de toda la semana, se han hallado con el baile campestre que les arrebataba, en masa, la concurrencia más cara, más abundante y más lujosa, es decir, el alma del negocio.
Como madre económica, enemiga del despilfarro, la Naturaleza quita a cada una de sus criaturas los órganos que le son inútiles. Estos habitantes de las regiones tenebrosas, no teniendo necesidad del sentido de la vista, han perdido hasta las trazas de los órganos visuales.
Palabra del Dia
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