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Actualizado: 4 de julio de 2025


Pero aquel principio fecundo para la civilización, y singularmente para las artes, que ha engendrado la Iliada, el Prometeo encadenado, la Niobé y el Partenon, que más tarde creó las obras portentosas del Renacimiento, exagerado en la Europa moderna, sacado fuera de sus justos límites, ha traído consigo el desequilibrio y como resultado la decadencia.

Todo era extraordinario y contradictorio en aquel hombre dijo Ojeda . Se nota en él ese desequilibrio que, según parece, es condición de los genios. Aún es más misterioso su origen contestó Maltrana , biógrafos e historiadores llevan cuatro siglos disputando sobre los diversos lugares de su nacimiento en el señorío de Génova.

De tamaña discordancia, de tal desequilibrio entre la moralidad social o colectiva y la que preside a las relaciones individuales, nacen, sin duda, la vehemencia con que la iniquidad se siente y se anatematiza y el anhelo fogoso de remediarlo todo, no con lentitud y con calma, sino con rápidos y violentos trastornos.

Con el espantoso desequilibrio que trajeron al menguado presupuesto, las botas nuevas y otros artículos de verdadera superfluidad, como pomada, tarjetas, etc., en los cuales fue preciso invertir sumas de relativa consideración, se quedó Frasquito enteramente vacío de barriga y sin saber dónde ni cómo había que llenarla.

De repente le entraban a la señora de Jáuregui recelos punzantes, y decía: «Si no puede ser, si es mucha mujer para medio hombre. Si no existiera este maldito desequilibrio de sangre, él con su cariño y yo con lo mucho que , domaríamos a la fiera; pero esta moza se nos tuerce el mejor día, no hay duda de que se nos tuerce».

Puede decírseme que por muy completo que sea un poeta, la preponderancia de la imaginacion produce en sus facultades un desequilibrio que lo hace poco apto para los negocios prácticos de la vida. Esta es una vulgaridad desmentida por los hechos.

Un poco de debilidad, un pequeño desequilibrio nervioso nos hace ver el mundo como un pozo; pero descansamos, nos fortalecemos y el mundo vuelve a ser el mismo, un venero de goces para quien posee hermosura, dinero y un carácter jovial y feliz como ella... Era ya tarde.

En fin, a él lo enterraron y quedáronse las dos mujeres cual es de suponer en los primeros momentos: aturdidas, maravilladas de ver cómo «se va uno al otro mundo». Desequilibrio económico no lo hubo, porque Amparo, indultada, había vuelto a la Fábrica, y Chinto, trabajando como un mulo porfiado que era, ganaba lo mismo que antes y traía fielmente la colecta todas las noches según costumbre, con la diferencia de que ni recogía ni reclamaba su mezquino sueldo.

De este desequilibrio, casi universal hoy, padecía la casa de don Manuel, obligado con sus medios de hombre pobre a mantenerse, aunque sin ostentación ni despilfarro, como caballero rico. ¿Ni quién se niega, si los quiere bien, a que sus hijos brillantes e inteligentes, aprendan esas cosas de arte, el dibujar, el pintar, el tocar piano, que alegran tanto la casa, y elevan, si son bien comprendidas y caen en buena tierra, el carácter de quien las posee, esas cosas de arte que apenas hace un siglo eran todavía propiedad casi exclusiva de reinas y princesas? ¿Quién que ve a sus pequeñines finos y delicados, en virtud de esa aristocracia del espíritu que en estos tiempos nuevos han sustituido a la aristocracia degenerada de la sangre, no gusta de vestirlos de linda manera, en acuerdo con el propio buen gusto cultivado, que no se contenta con falsificaciones y bellaquerías, y de modo que el vestir complete y revele la distinción del alma de los queridos niños?

¿Conque el señor es ese hermano de quien tanto me ha hablado usted? dijo al oír la presentación que hacía Esteban. Tendió su mano a Gabriel amistosamente. Los dos eran de aspecto enfermizo: el desequilibrio orgánico parecía atraerles fraternalmente. Ya que el señor ha estudiado en el Seminario dijo el maestro de capilla , conocerá algo de música. Es lo único que recuerdo de aquellas enseñanzas.

Palabra del Dia

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