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Actualizado: 8 de junio de 2025


Describía con un laconismo pintoresco las noches en la dehesa, con sus toros dormidos bajo la difusa luz de las estrellas y el denso silencio rasgado por los ruidos misteriosos de las espesuras. Las culebras del monte cantaban con una voz extraña en este silencio. Cantaban, señor.

Quién hincaba el diente en el novio, hambrón madrileño, con mucho aparato y sin un ochavo, venido allí a salir de apuros con las onzas del señor Joaquín. Quién describía satíricamente la extraña figura de Lucía la mocetona, cuando estrenase sombrero, sombrilla y cola larga.

En su profunda enervación moral y en su aislamiento desesperado, Juana, casi sin defenderse, dejábase arrastrar por esa fascinación que ejerce casi siempre sobre las de su sexo, la insistente persecución de un hombre. Sentíase poco a poco presa de vértigos de las continuadas y sabias evoluciones que el señor de Monthélin describía en torno suyo.

Jacobo sencillo, dulce, un poco grave, y tan diferente de si mismo que era imposible reconocerle, se complacía en hablar con miss Harvey que le pedía interminablemente el relato de sus aventuras y de sus miserias. El joven confesaba sus errores, sus locuras y sus faltas y describía los sufrimientos de su vida con una humildad y una emoción, que conmovían profundamente á la americana.

Y el revolucionario describía al joven enfermo: su cuerpo delgado fortalecido artificialmente por la higiene y la gimnasia; sus ojos empañados y macilentos en el fondo de profundas ojeras, y la mandíbula inferior colgante y como muerta, sin esa energía que la mantiene pegada al cráneo.

Le resultaba intolerable la inocente seguridad con que describía su hazaña. «La loca de la casa» se mostraba en él como una desvergonzada, indigna del trato con personas decentes. Además, los alemanes le habían robado sus monedas y sus medallas, y le era doloroso volver á conversar con el maestro sobre cuestiones numismáticas.

Aseguraba con formalidad que el mejor adorno de los jardines y salones no eran las flores, sino las plantas y los arbustos. Citaba y describía con frase pintoresca los que estaban á la moda por aquel tiempo en los saraos de la corte, tales como las begonias, marantos, bambús de la India, pándanos de Java, latanieros, etc., etc.

Paco Vegallana acudía entonces con el testimonio de las lecturas técnico-escandalosas. Describía todas las aberraciones de la lubricidad femenil en lo antiguo, en la Edad-media y en los tiempos modernos.

Después, llevaba mi cartuchito de dinamita a ese caserón que llaman la Bolsa, donde las gentes se descamisan entre , y otro cartuchito al Palacio de Gobierno, esa caverna de pícaros. Dió un mordisco al pedazo de pan y se sonrió, cual si asistiera al espectáculo que describía y viera los cadáveres y los escombros.

Describía el Padre elocuentemente las magnificencias de la Ciudad Eterna: sus palacios, sus templos y sus majestuosas ruinas.

Palabra del Dia

rigoleto

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