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Actualizado: 7 de junio de 2025
Pues ¿y el árbol? Está formado de ramas de encina y cedro. El solícito amigo de la casa que lo ha compuesto con gran trabajo, declara que jamás salió de sus manos obra tan acabada y perfecta. No se pueden contar los regalos pendientes de sus hojas. Son, según la suposición de un chiquitín allí presente, en mayor número que las arenas del mar.
¿De qué sirve que asombre tu exuberante suelo, produciendo sabrosos frutos y frutos mil, si al fin cuanto cobija tu esplendoroso cielo el hispano declara que es suyo y sin recelo su derecho proclama con insolencia vil? Mas el silencio acaba y la senil paciencia, que la hora ya ha sonada de combatir por ti.
Con esto, se acabó la ronda de aquella noche, y de allí a dos días el gobierno, con que se destroncaron y borraron todos sus designios, como se verá adelante. Capítulo L. Donde se declara quién fueron los encantadores y verdugos que azotaron a la dueña y pellizcaron y arañaron a don Quijote, con el suceso que tuvo el paje que llevó la carta a Teresa Sancha, mujer de Sancho Panza
Sigue el diario: Ayer hice en Lyón algunas compras de telas para arreglar mi cama; he gastado poco, pues no quiero gastar lo superfluo mientras hay quien carece de lo necesario. Estos días se habla mucho de la guerra con Inglaterra: mi hermano me ha escrito desde allí diciéndome que está muy bien colocado; pero si la guerra se declara, ¡quién sabe cuál será su suerte!
Raúl se inclina, halagado en su íntima fatuidad masculina por lo que él toma por un sentimiento de despecho involuntario que se descubre a través de la indiferencia afectada que mortificaba a su amor propio. No lo dude usted, señorita declara en tono malicioso. Se han marchado, y se dirigen ahora hacia el castillo.
Una mañana supo que «monseñor» de Sibour había muerto asesinado... ¿Qué sintió entonces Sara? Ella lo declara, sin sospechar tal vez el alcance inmenso de su confesión. Sentí dice, que el asesino me había herido á mí también y despojado de algo precioso, pues «acababa de robarme mi pequeña gloria».
Algunas de esas «huellas» que la realidad dejó en la formación ó ideación de un personaje escénico, han pasado á la historia. Garrick declara en sus «Memorias» que los gritos, muecas y lívida desesperación de cierto amigo suyo que perdió el juicio porque una hija de dos años se le había caído á la calle desde un balcón, le sirvieron después para componer el borrascoso carácter del «rey Lear».
La desaparición del famoso coq levanta entre los grandes comediantes parisinos formidable revuelo: todos quieren sustituirle: Le Bargy declara que, por representar «Chantecler», está dispuesto á salir de la Comedia Francesa; los «societaires» de la Casa de Molière protestan; el asunto llega á la Cámara, y las discusiones continúan, hasta que Edmundo Rostand entrega su comedia á Luciano Guitry. ¡Buena elección!
El mismo Newton al establecer su sistema de la atraccion universal, declara su ignorancia de la causa inmediata del fenómeno, y se limita á señalar las leyes á que se hallan sometidos los movimientos de los cuerpos. En nuestro espíritu hallamos un ejemplo de este desarrollo. El niño al nacer recibe confusamente las impresiones de cuanto le rodea.
Por desgracia, no depende esto de mí. Para ser diputado, importa proponerse algo con serlo, y yo nada me propongo. Usted misma lo declara: importa tener un credo político y trazarse una línea de conducta. Pero en balde me interrogo: yo no sé lo que quiero ni lo que creo. Casi todos los partidos me parecen bien y me parecen mal.
Palabra del Dia
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