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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Al enhornar, decimos, que se entuertan Los panes; y así vemos que parece, Que cuando en el principio no conciertan Las cosas con prudencia, que acontece, Que al fin de todo punto desconciertan; Y el caso mal guiado en mal fenece: Lo cual se muestra claro en este canto, Que bien podria mejor llamarle llanto.

Y con este saludable recuerdo el pobre Ben Zayb andaba con manos de plomo, no decimos piés, por no imitar al P. Camorra que tenía la avilantez de reprocharle que escribía con ellos.

El copeo era en regla, y al son de una guitarra con romadizo, una de las mozuelas bailaba con su respectivo galán una desenfrenada sajuriana o cueca, como hoy decimos, haciendo contorsiones de cintura, que envidiaría una culebra, para levantar del suelo, con la boca y sin auxilio de las manos, un cacharro de aguardiente.

Diciendo esto, tomamos el cuchillo, y partimos bocaditos, y al cabo decimos: "¡Oh, qué bien huele! Cierto que haría agravio a la guisandera en no probarlo: ¡qué buena mano tiene!" Y diciendo y haciendo, va en prueba el medio plato; el nabo por ser nabo, el tocino por ser tocino, y todo por lo que es.

No era la menos humilde, la menos bella y edificante, Pepa Frías. La mantilla negra iba admirablemente a sus cabellos rubios y a su tez blanca y sonrosada. Lo mismo decimos de Clementina Salabert, que era más esbelta, más delicada de facciones y que no le cedía nada en la tersura y brillo de la tez.

Como curioso accidente, que no debe omitirse aquí, haremos constar que la tropa de Morsamor partió reforzada por seis mongoles que se resolvieron a seguirle, movidos de afecto a España y de vivo deseo de ver aquella tierra distante. No parecerá el caso inverosímil si decimos que dos de los mongoles se apellidaban Pérez, dos Fernández y Jiménez otros dos.

Cuando decimos que Dios es omnipotente extendemos su poder á una esfera infinita: no conocemos los atributos característicos de todos los seres que pueden ser criados por aquella actividad infinita; pero estamos seguros de que todo ser existente ó posible, tiene una naturaleza determinada; y no concebimos que pueda ser producido un ser, que no sea mas que ser, sin ninguna determinacion.

Esta imposibilidad nada tiene que ver con la absoluta ni la natural; las cosas moralmente imposibles no dejan por eso de ser muy posibles absoluta y naturalmente. Daremos una idea muy clara y sencilla de la imposibilidad ordinaria, si decimos que es imposible de esta manera todo aquello que, atendido el curso regular de las cosas, acontece ó muy rara vez ó nunca.

Luego hay algo allí que no es las transformaciones, sino lo que se transforma; algo que es comun á todas, que las recibe, que las enlaza, fuera de , y en . 1.º La idea de ser. Decimos, aquella cosa, algo, sujeto etc., etc., hablamos pues de un ser, de una realidad. Sin realidad no hay mas que nada: y la nada no puede ser sujeto de transformaciones, ni lazo de impresiones.

Pues tráete una docena, los llevamos y decimos que esas son las moñas que se les ponen a los toros cuando salen a la plaza, brrrr... reventando al mundo entero con aquellos cuernos tan afilados... Y se lo creen... Si conoceré yo a mi gente».

Palabra del Dia

hociquea

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