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Actualizado: 23 de julio de 2025
Creyó que una desconocida lengua le gritaba: «¡Estúpido, vaya unas cosas que enseñas a tu hija...!». Extendió la mano para detener al cochero y decirle que volviera a la calle de Tabernillas; pero antes de realizar aquel propósito, cesó la trepidación que en su alma había sentido, y todo quedó en reposo... «¡Qué debilidades! pensó ; estas son chocheces y nada más que chocheces... ¿Pues no se me ocurrió volver allá para desdecirme?
Sansón Carrasco no parecía menos iracundo: Mal hicisteis, don Miguel, en divulgar tanta confidencia amistosa y reservada que depositamos en el seno de vuestra confianza y caballerosidad. Mal hicistéis, don Miguel, en contar al público los yerros y debilidades de nuestros mejores amigos.
Los tertulios tocaban con mucha habilidad este registro, porque era el único al cual solía responder: cuando se hablaba de sus debilidades y sus nervios, era cuando Anita se mostraba comunicativa; a veces la tertulia se pasaba horas enteras hablando de gastralgias y dispepsias o de otras enfermedades del aparato digestivo.
Pero éste no era hombre que se entregaba rendido á semejantes debilidades; así es que, desprendiéndose de los brazos de su costilla, cogió entre los suyos al menor de sus hijos, mandó á los otros que le siguieran, obligó á su mujer á quedarse en casa, y salió de ella precipitadamente, cerrando detrás de sí la puerta de la escalera.
Si los monumentos públicos acreditan la fuerza y el orgullo del pueblo inglés, las calles de Lóndres y las orillas del Támesis revelan conjuntamente las debilidades y los vicios profundos como las cualidades de esa sociedad, y la prensa su vida política y económica.
Admiraba ingenuamente la falta de escrúpulos de estos mozos, que vivían de poner a contribución las ilusiones de las extranjeras de paso, y se compadecía a él mismo recordando sus debilidades con cierta mujer. A estas distracciones que le ofrecía el trato con algunos torerillos uníase la pegajosidad de cierto entusiasta que le perseguía con sus súplicas.
Penetra, en virtud de la observación más perspicaz, en lo más íntimo del alma de sus personajes, para descubrir en ella la causa de sus debilidades y de sus virtudes; las espía, por decirlo así, en las variaciones más secretas de la vida de su espíritu, y presenta al espectador, con tanto esmero como prolijidad, sus observaciones psicológicas.
Mil realitos al mes... y luego si usted logra que yo ajuste a esa señorita... ¡Ahí le duele!... No andemos con hipocresías. Ya le he dicho a usted que yo también tengo mis debilidades. Entonces... entre hombres debemos ayudarnos. El día menos pensado tiene usted una conquista seria, y me dice usted: «Amigo Todellas, présteme usted la llave y váyase usted de paseo»; por un amigo todo se hace.
Aún intentó un esfuerzo para dominar situación tan penosa, y echando miradas de alarma a la vidriera de su alcoba, dijo: «Pero usted... no reflexiona... que...». No pudo concluir esta frase trivial. La otra, que siendo cifra de todas las debilidades humanas, parecía más fuerte que la gran doctora y santa, se permitió sonreír oyéndola. «¿Y qué saco de reflexionar? Mientras más reflexiono peor».
Sin embargo, don Benito tenía las debilidades mundanas de los galanteos y había luchado en vano por muchos años sin poder reaccionar contra ellas.
Palabra del Dia
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