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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Al entrar, Pepita y yo nos damos la mano, y al dárnosla me hechiza. Todo mi ser se muda. Penetra hasta mi corazón un fuego devorante, y ya no pienso más que en ella. Tal vez soy yo mismo quien provoca las miradas si tardan en llegar. La miro con insano ahínco, por un estímulo irresistible, y a cada instante creo descubrir en ella nuevas perfecciones.
En un siglo en que ya se ven las cosas tan claras, y en que ya no es fácil abusar de nadie, en el siglo de las luces, una de las cosas sobre que está más fijada la pública opinión, es el honor, quisicosa que, en el sentido que en el día le damos, no se encuentra nombrada en ninguna lengua antigua.
»Por consiguiente, ya lo sabéis... El tercer mandamiento de la ley de Dios es «santificar las fiestas.» Todos estamos obligados, me entiende usted, a guardar los días de precepto, no sólo para bien de nuestra alma, sino por el ejemplo que con nuestra buena conducta damos a los otros. Los que falten a este sagrado precepto sin necesidad, cometen un grave pecado.
El bizarro joven no abandonaba aquella sonrisa de ironía maliciosa. Guardó silencio un instante, y dijo al cabo: ¿Sabe usted, tía, qué nombre damos entre nosotros al casarse de este modo? ¿Cómo? Tomar estiércol. La marquesa sonrió con el borde de los labios; pero poniéndose grave en seguida, replicó: No; aquí no se puede decir eso, Pepe. Te repito que esa niña merece un partido brillante.
¿Un robo? dijo el campanero . Llámalo así si quieres: ¿y qué?, ¿te asustas de eso...? Más nos han robado a nosotros, que nacimos con derecho a un pedacito de mundo, y por más vueltas que damos no encontramos un sitio libre.... Además, ¿a quién perjudicamos con esto? De nada sirven a ese pedazo de palo las joyas que lo cubren.
En cada línea que venía del odiado país, en que había caído el catolicismo, se temía encontrar el contagio pestífero de la herejía . Si damos fe al testimonio de Velázquez, en el año de 1754 no existía aún en español libro alguno inglés, y, por consiguiente, era mucho más difícil que su literatura tuviese en la de España influencia alguna.
No damos la vida a nuestros esclavos sino para volversela a quitar. Salud, hermanos mios. ?En donde esta Nemesis? Prepara sin duda alguna grande obra, pero lo ignoro porque me encuentro demasiado ocupado. Vedle aqui. ?De adonde vienes Nemesis? tu y mis hermanos habeis tardado mucho esta noche.
Si faltara mi hijo a todas las leyes humanas y le condujeran al patíbulo, hasta él le acompañaría yo, desafiando la execración de las gentes, sin que por un momento negase que era obra mía. Estamos unidos para siempre al ser que damos vida: es un compromiso de solidaridad que contraemos ante la especie al trabajar por su conservación. El que rompe la cadena y huye, es un cobarde.
Al venir el verano, regresaban al pueblo para recoger la cosecha y plantar la del año próximo. En las minas se trabajaba mucho, la vida era dura, morían algunos; pero se podía volver á casa con buenos ahorros. Yo, señor dotor, gano siete reales: mi padre once ú doce. Damos un real por la cama y nos comemos cinco cada uno, porque aquí todo va por las nubes.
Estas agitaciones apasionadas, la hacen partidaria de la unidad, del poder y la disciplina silenciosa de una monarquía patriarcal, en la cual sueña. Damos aquí sus reflexiones sin juzgarlas. Un hijo, en religión y en política, podrá tener los sentimientos de su madre, pero no sus dogmas.
Palabra del Dia
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