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Que la insolencia de los soldados no era bastante causa para que contra ellos se ejecutará tan inhumana resolucion. Castigáranse los soldados culpados á medida de sus delitos, sin que sus servicios les sirvieran de moderar la pena.

Algunos mas mancebos presos fueron Que en aqueste motin fueron culpados; Procesos contra todos se hicieron, Mas fueron sobre peine fulminados. Mosquera, y el Villalta, que huyeron A Santiago, en mal punto ya llegados, De su triste desastre dieron nueva, Y á Lerma de su intento dieron prueba. El Licenciado Lerma en este punto Entraba á gobernar en Santiago.

O son culpados todos, o sólo está la culpa en circunstancias independientes de la voluntad y del entendimiento humanos. Hemos sido vencidos, hemos perdido los espléndidos restos de nuestro gran poder colonial antiguo, porque teníamos que perderlos; porque así estaba prescrito.

ELVIRA. Tuya, a la fe. SANCHO. ¿Mía? No. Ya te lo dije, y te habló El alma, y no respondiste. ELVIRA. ¿Qué más respuesta quisiste Que no responderte yo? SANCHO. Los dos culpados estamos.

I como el número de los culpados era grandisimo i por tanto imposible para el castigo; porque cómo se iba á condenar á muerte á la mayor parte de los habitadores de una ciudad, sin llevar tras su despoblacion i otros males?... determinaron los inquisidores con harto dolor de su mucha codicia reducir las penas á multas pecuniarias i no á confiscacion total de bienes.

El hermoso carácter del cura del lugar resplandece en la conmovedora escena y en las santas palabras, elocuentes sin arte por la fe religiosa y por la caridad que las inspiran, con que persuade al moribundo para que perdone a los culpados, y con que le consuela e ilumina con celestiales esperanzas los últimos instantes de su vida mortal.

Sosegado el tumulto, imaginaron los alcaldes mayores que de penar á los muchos culpados en aquel acto inhumano, naceria irritarse otra vez los mal contentos i codiciosos aun de las haciendas de los malaventurados judíos i poner á la ciudad en un aprieto todavia mas cruel que el pasado.

No tardó mucho la ira del cielo en vengar el atrevimiento de aquellos malvados y desagraviar la Santa Cruz, porque se encendió entre ellos una peste que hizo tal estrago que en breve quedaron muertos aun los menos culpados en aquel delito, siendo muy pocos los que escaparon de aquella parcialidad.

Diéronse entonces por perdidos los neófitos, y al santo varón le saltaba de júbilo el corazón en el pecho, esperando llegar finalmente al término de sus deseos, regando aquella tierra con su sangre, para que en los años siguientes correspondiese con abundante fruto á los trabajos y sudores de quien la cultivase y á la verdad por poco se le hubieran cumplido sus deseos, porque juntándose en lo más oscuro de la noche los más principales para tomar la última resolución, estuvieron gran rato dudosos de lo que harían: y sólo aquel milagro de habérseles pasmado los brazos cuando le quisieron flechar, obligó á todos al miedo de que no les sucediese lo mismo si intentasen matarle; mas no por eso aplacaron la ira del cielo, que había tomado á su cuenta la venganza de aquella injuria; y así encendió entre ellos una enfermedad pestilencial, que quitó la vida á los más culpados.

Así tambien les hago saber, que las tropas y armas del Rey no vienen con otro objeto que el de disipar las presentes turbaciones, castigar á los culpados, y restablecer en todas partes el buen órden y administracion de justicia.