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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Adriana se lo representaba plegando las rodillas, abatido por el golpe mortal, con los ojos cegados por la sangre de la herida y murmurando una oración, puestos los labios sobre la cruz de la espada. ¡Cuánta melancolía insinuaba en su meditación aquella historia, ensimismada en el secreto como las cosas de la confesión!

Algunos minutos repuso Melchor; bajemos. ¡Cuánta gente baja aquí! dijo Ricardo al pisar el andén. Son peregrinos en su mayor parte, devotos de la Virgen de Luján. ¡Pero cuántos! Fíjate... ¡Siguen bajando! Esto es muy frecuente; vienen no sólo de Buenos Aires, sino hasta del exterior. ¡Qué cosa bárbara! exclamó Ricardo, agregando: ¿Y todos éstos creerán?

Es posible. Y Pablo no ha ido a Laponia continuó, riéndose, mi tío. ¡Qué gran dicha es vivir entre buenas gentes! Vivamente sentí esa felicidad al ver de qué modo gozaban todos con mi alegría, y con cuánta delicadeza y bondad me daban bromas sobre el famoso secreto que, sin saberlo, había divulgado a todo viento.

Corrió la voz de lo sucedido desde esta Ranchería á las otras de la tierra; y plugo á Dios darme la milagrosa virtud de las curaciones, para traerlos casi contra su voluntad á su conocimiento, porque sanando milagrosamente, conocían con claridad cuánta diferencia había entre el Dios de los cristianos y los TinimaacasHasta aquí el venerable Padre.

Un bajo-relieve de Marocheti, que representa la batalla de Jemmapes, en 1792, orna el frontis lateral del Norte, y otro bajo-relieve, que representa la batalla de Austerlitz, orna la fachada lateral del Mediodía. Arriba, sobre el friso, como una corona que está ciñendo una cabeza, se ven grupos inmensos, los cuales figuran la ida y la vuelta de los ejércitos franceses. ¡Cuánta belleza!

Qué paradero han tenido tantas riquezas bibliográficas, artísticas y numismáticas, ignórase, y cuanta diligencia hemos tenido en averiguarlo ha sido esteril.

Cuando, doblando la esquina, entraron los tres en la plaza del Mercado, doña Manuela se detuvo como desorientada. ¡Gran Dios...! ¡cuánta gente! Valencia entera estaba allí. Todos los años ocurría lo mismo en el día de Nochebuena.

Calle, calle, no se desconsuele. ¡Qué pecado había usted de cometer, cordera! , ; soy más mala de lo que piensas. Cuanta más luz recibo de Dios, más me empeño en hundirme en las tinieblas; cuantos más favores me otorga, más ingrata soy hacia

El semblante de Felicia se cubrió de intensa palidez. señora, la conozco. No la había visto más que una sola vez en su vida y apenas había tenido tiempo para grabar sus facciones en la memoria. Pero ahora más que la memoria se lo decía el corazón. Me sorprende y me alegro de que usted me reconozca. No quise que nadie me acompañase desde Entralgo. Cuanta menos gente se entere, mejor.

Créeme, hijo: cuanta menos carga de antojos se saque de esta vida, más andadero se encuentra el camino de la otra. Hay quien jalla la mina cavando en un rincón de su huerto, y hay quien no da con ella revolviendo la tierra de media cristiandad.

Palabra del Dia

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