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Me casaron agregó Fortunata, volviendo a hacer una pelota con el pañuelo me casaron sin que pueda decir cómo. Creí que me convenía y que podría querer a mi marido.

»No, cuando creí que iba a abrazar a usted. »Al pronunciar estas palabras, que parecían escapadas de sus labios, había en su voz, en su mirada, una expresión que no había notado nunca en él, y que me causó profundo asombro. »¡Carlos! exclamé inclinándome hacia él. »Lanzó un grito de dolor y su rostro se cubrió de una palidez intensa.

No tengo verdadera religión..., pero por lo pronto... los amantes me dan asco... no quiero amantes...; esperaré a ver si vuelve la voz..., o si vuelves . Mochi es un mal hombre, un traidor, un miserable...; ya lo sabía, siempre lo supe. Pero ..., no creí que lo fueras también. Bonis, no me abandones.... Yo... te quiero todavía..., más que antes, mucho más de veras.

10 Creí; por tanto hablé, y fui afligido en gran manera. 11 Y dije en mi apresuramiento: Todo hombre es mentiroso. 12 ¿Qué pagaré al SE

Una casualidad inconcebible: yo creí llevar más seguro el brazalete en el brazo, y una audacia de ese joven... ¡Una audacia!... Más bien una galantería. No es lo mismo, pero me agrada tu declaración; ya le disculpas, y eso significa mucho: eso significa, Clara, si yo no me equivoco... Que le hago justicia. No, que le amas. ¡Que le amo! ¡En una hora!...

LEONOR. No, no tengo nada ... mas temo vuestro furor. ¿Quién dijo, Manrique, quién, que yo olvidarte pudiera infiel, y tu amor vendiera, tu amor, que es sólo mi bien! ¿Mis lágrimas no bastaron a arrancar de tu razón esa funesta ilusión? MANRIQUE. Harto tiempo me engañaron. Demasiado te creí mientras tierna me halagabas y pérfida me engañabas. ¡Qué necio, qué necio fui!

» Tuve, en efecto, esa dicha me interrumpió, bastante desentonado por las emociones que debía de sentir en aquel instante. » Poco después acudió usted con las mismas cuitas a mi madre, sin aguardar a que yo le respondiera, como se lo tenía prometido. » No creí que se estoorbaran lo uno y lo otro. » Mal creído. Pero, en fin, ya está hecho.

Así como le vi, creí que había hallado en él el centro de mi reposo, pareciéndome ser propio y natural oficio de los perros guardar ganado, que es obra donde se encierra una virtud grande, como es amparar y defender de los poderosos y soberbios los humildes y los que poco pueden.

¡Pero qué maniática eres!... Yo creí que después de haberme oído, te convencerías de que mi razón está como un reloj y de que además me ha entrado un gran talento. ¿Qué has visto en que te parezca sospechoso? Nada absolutamente. Mis sentimientos son de paz; la última idea mala la tuve hace días; pero la arranqué y estoy limpio de ira y de odio.