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Actualizado: 30 de junio de 2025


Pero como jamás había sentido la menor duda acerca de su fidelidad conyugal, mostrábase orgulloso de avanzar humildemente detrás de ella, emergiendo apenas sobre la estela de su marcha arrolladura.

ELECTRA. ¡Oh, madre, qué consuelo me das! LA SOMBRA. Te doy la verdad, y con ella fortaleza y esperanza. Acepta, hija mía, como prueba del temple de tu alma, esta reclusión transitoria, y no maldigas a quien te ha traído a ella... Si el amor conyugal y los goces de la familia solicitan tu alma, déjate llevar de esa dulce atracción, y no pretendas aquí una santidad que no alcanzarías.

Sin pensar en destronarle y conservándole las señales exteriores del respeto conyugal más completo, quieren ser amigas, consejeras, confidentes, y no simples criadas solamente admitidas al honor de remendar los calcetines del señor o de presidir al buen orden de las comidas.

Las preocupaciones religiosas, llegaban hasta su dormitorio. «Déjame, Luis decía su esposa mañana tengo comunión en las Hijas de María, y necesito hacer examen de conciencia». Otras veces era Cuaresma y el ayuno se extendía hasta la vida conyugal.

Durante este tiempo, la influencia del campo, la vida más íntima y sobre todo la necesidad de acallar el grito de su conciencia, hicieron a Tristán más cariñoso y atento con su esposa. Apartado de la vida de café y de círculo y de las rivalidades de la vida literaria, el lazo del amor conyugal se estrechó.

El día en que descansan la cabeza sobre la almohada conyugal, advierten con una dulce sorpresa que nunca habían dormido tan bien. El conde besó tiernamente las dos manos de Germana y le dijo: , me amas, y nadie me ha amado nunca como . me has hecho ver un mundo nuevo, lleno de delicias honestas y de placeres sin remordimientos.

Y al llegar aquí se le pusieron delante de la imaginación las carnes de su mujer tales como de soslayo y a escape las había vislumbrado por la mañana, al salir del lecho conyugal.

Pocos eran los que conocían allí a la esposa de Montesinos, aunque nadie ignoraba los incidentes del drama conyugal que había retraído al mayorazgo a Peñascosa. Pero lo que en los extraños era pura curiosidad, en la buena de doña Eloisa se ofreció, como es lógico, con la apariencia de viva y honda emoción.

Por fortuna, la casa del médico no estaba lejos y no pudieron ser muchas las hipótesis dolorosas del miedo, tocante a la relación que pudiera tener la visita de D. Basilio con el drama conyugal de su casa, cuyo enredo llegaba a su mayor complicación, o poco entendía Bonis de teatro casero y de las mañas de su mujer. ¿Qué papel representaba allí aquel personaje inopinado y que tan tarde aparecía, D. Basilio?

La pequeña casa de la calle del Carpio continuaba siendo la fragua donde se forjaba la dicha conyugal de los honrados vecinos de Lancia. El que acudía con más constancia era Paco Gómez. La razón, que le habían arrojado de casa de Quiñones a consecuencia de una frase de las suyas.

Palabra del Dia

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