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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Era como una niña, pues su estatura debía contarse entre las más pequeñas, correspondiendo a su talle delgadísimo y a su busto mezquinamente constituido. Era como una jovenzuela, pues sus ojos no tenían el mirar propio de la infancia, y su cara revelaba la madurez de un organismo en que ha entrado o debido entrar el juicio.
Capítulo LXII. Que trata de la aventura de la cabeza encantada, con otras niñerías que no pueden dejar de contarse
Lyon, Burdeos, Marsella, Estrasburgo, son sin duda alguna las principales ciudades de Francia: las de segundo y tercer órden que conozco no valen en verdad una descripcion separada, á no ser Narbona, que por lo pobre y mezquina, ni puede compararse con la mas desvalida de nuestra España: en Narbona se carece de todo, es una aldea grande; y bueno es dejar sentado, para los que sospechan que la Francia es Paris, que pueden contarse otras varias ciudades que en nada aventajan á Narbona.
Tuvo el bachiller el envite: quedóse, añadióse al ordinaro un par de pichones, tratóse en la mesa de caballerías, siguióle el humor Carrasco, acabóse el banquete, durmieron la siesta, volvió Sancho y renovóse la plática pasada. Capítulo IV. Donde Sancho Panza satisface al bachiller Sansón Carrasco de sus dudas y preguntas, con otros sucesos dignos de saberse y de contarse
Y así justo será que por olvido No deje yo á Francisco y su gran hecho, Pues que en aquestos tiempos ha venido Al Perú de su tierra muy derecho, Y como el Argentino conocido, La vuelta vá siguiendo del Estrecho; Contando en breve suma esta hazaña, Que es digna de contarse por estraña.
En otras partes los horrores no pueden contarse. Robaron todo el dinero de la Administración, toda la plata de los conventos, los vasos sagrados, los cálices, las custodias, las alhajas de las imágenes; penetraron también en los conventos de frailes, muchos de los cuales murieron asesinados; convirtieron en lupanar la iglesia de Fuensanta, y por tres días Córdoba no fué una ciudad, fué un infierno, porque todos los demonios, todas las maldades, sacrilegios y abominaciones cayeron sobre ella.
Sin este resultado duradero, humano, levantado sobre la finalidad transitoria de lo útil, el poder y la grandeza de los imperios no son más que una noche de sueño en la existencia de la humanidad; porque, como las visiones personales del sueño, no merecen contarse en el encadenamiento de los hechos que forman la trama activa de la vida.
Se supuso que un egregio personaje, sin par en todo el imperio por su elevación, en noches en que Rafaela no recibía a sus tertulianos por tener jaqueca, penetraba en la casa de ella y permanecía allí no pocas horas. Hasta llegó a contarse una muy curiosa particularidad, que prueba cómo el vulgo lo atisba, lo huele y lo descubre todo.
A pesar de contarse entre aquellos respetables profesores estas y otras notabilidades, la orquesta sonaba como los tornillos de una máquina sin aceite; los instrumentos de cuerda estaban asmáticos, sonaban a la madera, como sabe la sidra al barril; los de bronce eran estridentes sin compasión; bastaba uno de aquellos serpentones para derribar todas las fortificaciones de cinco Jericós.
Sentaos y cenemos. Los cuatro tomamos asiento y no pasó después nada digno de contarse, por lo cual me abstengo de quitar espacio y atención a asuntos de mayor importancia. D. Diego de Rumblar fue a despertarme a mi alojamiento en la tarde del siguiente día.
Palabra del Dia
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