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Actualizado: 1 de junio de 2025


Añadióse a toda esta tempestad otra que las aumentó todas, que fue que parecía verdaderamente que a las cuatro partes del bosque se estaban dando a un mismo tiempo cuatro rencuentros o batallas, porque allí sonaba el duro estruendo de espantosa artillería, acullá se disparaban infinitas escopetas, cerca casi sonaban las voces de los combatientes, lejos se reiteraban los lililíes agarenos.

Pero cuando en una revolución, una de las fuerzas llamadas en su auxilio se desprende inmediatamente, forma una tercera entidad, se muestra indiferentemente hostil a unos y a otros combatientes, a realistas y patriotas; esta fuerza que se separa es heterogénea; la sociedad que la encierra no ha conocido hasta entonces su existencia, y la revolución sólo ha servido para que se muestre y desenvuelva.

Y cuando se abrían las navajas y se enarbolaban taburetes, en noche de domingo, Copa, sin hablar palabra ni perder la calma, surgía entre los combatientes, agarraba del brazo á los más bravos, los llevaba en vilo hasta la carretera, y atrancando la puerta por dentro, empezaba á contar tranquilamente el dinero del cajón antes de acostarse, mientras afuera sonaban los golpes y los lamentos de la riña reanudada.

Los soldados de esa campaña particularísima, son las palabras; la palabra Bolsa es uno de los tantos y tantos combatientes de ese ejército numeroso, de ese ejército irresistible, de ese ejército que acabaria por conquistarnos, si no llegase un dia en que el pueblo español, aplicando, no el oído de fuera, sino el oído de dentro, no aplicando la oreja, sino la mente, oyese ruido en el interior de su casa, oyese disparos en el territorio de su inteligencia.

Pero tenían aspecto de preocupados; pensaban en otras cosas; aguzaban el oído para no sufrir las consecuencias de un retraso fatal: repetían mentalmente lo mismo: «Uno, dos, tres...». Fue a colocarse Maltrana al margen de la línea de fuego, entre los dos combatientes algo más cerca del alemán, que era el que ocupaba el lugar alto.

Aquel día llegaron los antiguos combatientes del Falkenstein y del Donon, y la casa los recibió con puertas y ventanas abiertas de par en par.

La víctima no daba acuerdo de , y aprovechando aquel momento el bárbaro señorito, que vio pasar su coche, lo detuvo, montose en él de un salto y ¡hala!, partieron los caballos a escape. Un hombre se había detenido ante los combatientes en el último instante de la reyerta; acercose a Maxi y le miró con recelo. Creyendo que estaba mortalmente herido, no quería meterse en líos con la justicia.

Desde Chile, nosotros nada podemos dar a los que perseveran en la lucha bajo todos los rigores de las privaciones, y con la cuchilla exterminadora, que, como la espada de Damocles, pende a todas horas sobre sus cabezas. ¡Nada!, excepto ideas, excepto consuelos, excepto estímulos; arma ninguna nos es dado llevar a los combatientes, si no es la que la Prensa libre de Chile suministra a todos los hombres libres. ¡La Prensa!, ¡la Prensa!

En aquel momento alzóse un poco de tumulto cerca de ellos: se oyeron algunos gritos coléricos y también el chasquido de los garrotes. La gente acudió allá en tropel. Viéronse bastantes palos enarbolados y otros tantos combatientes ebrios de furor, y alguno de ellos soltando sangre por la frente.

Ojeda interrumpió estas lamentaciones. Quería saber el motivo del duelo y quiénes eran los combatientes. Se expresó Maltrana con triste dignidad. Había sido al final de la fiesta en su honor, cuando más contentos y fraternales se mostraban los amigos. Muchos se habían retirado a sus camarotes. Eran las tres de la madrugada.

Palabra del Dia

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