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Actualizado: 29 de junio de 2025


Esas peculiaridades del canto y del baile nacional de que hemos hablado, podrían parecer de mal gusto y lo serían ciertamente en otros países.

Ciertamente, cuando un habitante del centro o del Norte de la Villa visita aquellos barrios, ni las casas ni los rostros le resultan Madrid. En un mes no pasó Fortunata más acá de Puerta de Moros, y una vez que lo hizo, detúvose en Puerta Cerrada. Al sentir el mugido de la respiración de la capital en sus senos centrales, volviose asustada a su pacífica y silenciosa calle de Tabernillas.

Has venido, ciertamente, de mares muy lejanos; ¿no eres una maravilla para los árboles de ese jardín? Extraña es tu palidez, extraño tu vestido, extraña sobre todo, la longitud de tus cabellos, y todo este silencio solemne.

3 Ciertamente consolará el SE

Lo que se cuenta, se mide o se pesa contesté; no vale nada al lado de una sola gota de infinito... Luciana dejó ver su bella y seductora sonrisa y respondió: Lo veo a usted venir: el amor es infinito, ¿verdad? Lo es el mío, ciertamente. Diga usted el nuestro, Máximo.

Si no fuese otro nuestro objeto que presentar á Calderón por su lado más favorable, pasaríamos adrede por alto estas composiciones ostentosas, puesto que se observa en ellas, no obstante la variedad y riqueza de su fondo, como cierto cansancio y vacío interior, no ciertamente compensado por la superabundancia de sus galas exteriores.

29 Porque [yo] que después de mi muerte, ciertamente os corromperéis y os apartaréis del camino que os he mandado; y que os ha de venir mal en los postreros días, por haber hecho mal en ojos del SE

La noticia de que hay una nacion en estas partes, descendientes de los europeos, ó del resto de los que naufragaron, es como ciertamente creo falsísima, y sin el menor fundamento, causada de no entender la razon que dan los indios: porque si se les pregunta en Chile, concerniente á alguna colonia interior de españoles, responden que hay villas, y gente blanca, entendiendo por esto Buenos Aires &a., y así vice versa, sin tener la menor idea de los moradores de estos dos paises distantes, sean conocidos los unos de los otros.

El juez, que había recobrado su autoridad y que no había cesado de desplegar su talento en la conversación, vuelto hacia nosotros y de espaldas al fuego, nos dirigió la palabra, como a un jurado imaginario, del modo siguiente: Ciertamente que nuestro distinguido amigo aquí presente, se encuentra en aquella disposición descripta por Shakespeare, como la de la marchita y amarilla hoja, o bien ha sufrido algún percance que abatió de un modo prematuro sus facultades físicas e intelectuales.

Es lo que yo pensaba. Me ha satisfecho, sin embargo, oírselo repetir a una mujer que ha tenido ciertamente algo de ese género que reprochar a su marido. Aunque se suponga lo contrario, la experiencia de los demás nos aprovecha siempre un poco. Con la de Ribert he reanudado mis averiguaciones relativas a las solteronas.

Palabra del Dia

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