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Actualizado: 27 de junio de 2025
También emplean un pequeño cañón llamado lantaca, de uno á cuatro centímetros de calibre. La mayor parte de estas piezas proceden de las embarcaciones que en sus antiguas correrías apresaron, si bien las lantacas son fundidas en el país, donde de muy antiguo las fabricaban.
Debe tener de uno y medio a dos metros de ancha, y el espacio reservado para cada individuo puede ser de cincuenta centímetros próximamente. Lo primero se extiende el mantel sobre un muletón, que sobresalga de la mesa de treinta a cuarenta centímetros.
Había también muchas kichisan, de treinta centímetros de longitud, forma ovalada y piel negra recubierta de verrugas; talifan, de la misma longitud poco más o menos que las anteriores, de color rojo tostado, con una fila de espinas rojas en el dorso. Son las más tiernas, y por ello exigen cuidados especiales para prepararlas.
Es grisáceo; tiene cerca de dos centímetros; salta e intenta volar, y cuando cae de espaldas hace sobre el cartón un ruido sonoro de tambor. Ron, al principio, se ha azorado un poco de este estrépito.
Pero en cuanto al conocimiento de los problemas de la ciencia positiva no tenía por qué admirarle. Don Pantaleón poseía lo menos veinte centímetros más de circunvolución en los lóbulos cerebrales, como ha de probarse en el curso de esta verídica historia.
Hízole comprender el doctor que se deseaba tenerle embargado durante un mes, y comprarle unos ciento cincuenta centímetros cuadrados de su piel. La operación no es nada en sí le dijo, y os garantizo que os hará sufrir bien poco; pero os advierto, en cambio, que tendréis que tener una paciencia enorme para permanecer un mes inmóvil, con el brazo cosido a la nariz del señor.
El burro es la unidad de medida y consiste en una columna de astillas, a la altura de un hombre, que contiene, poco más o menos, setenta trozos de madera de 0.75 centímetros de largo. Me llamó la atención que cada burro costase un peso fuerte, pero me expliqué ese precio exorbitante donde la leña no vale nada, por la escasez de brazos.
Solo visité con mis compañeros unas cinco, al acaso, entrando en cada callejón á la primera quo se nos ofrecía. Una puertecita angosta, de unos 160 centímetros de altura, está ajustada á la roca y se abre sobre una salita cuadrada de poco mas de 2 metros por lado.
La duquesa sonríe ante la solicitud demasiado expansiva del empleado del vagón, mientras la honorable doméstica la acoge con un gesto duro y frío. Antes de dormirme, desfilan por mi memoria los recuerdos que guardo de esta anciana célebre que está tendida á cincuenta centímetros de mi cuerpo.
Palabra del Dia
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