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Actualizado: 21 de octubre de 2025
Había publicado unos estudios muy notables sobre las Cruzadas, escritos con tal fervoroso estilo que el obispo de Astorga le había mandado su bendición; y en cuantos artículos daba a la estampa seguían saliendo las catedrales góticas, de las cuales vivía profundamente enamorado.
Pero ella, Elena, ¿por qué recurre a esas maniobras clandestinas, engaña la confianza de su padre y se compromete con un hombre a quien apenas conoce, cuando podría escogerle en pleno día si él ha sabido agradarla? La cosa es fea, vil e instintivamente perversa. ¡Fíese usted de los místicos éxtasis en el fondo de las viejas catedrales!
Arriba se ve asomar unas veces la calva cabeza de una roca formidable por entre las grandes manchas formadas por los bosques de abetos que remedan las naves sombrías de las catedrales góticas.
Era gótico, pero no tenía la crudeza blanca, la sobriedad desnuda de las viejas catedrales. La arquitectura ojival sé convertía en polícroma: el oro y el bermellón chorreaban por los nervios de los pilares, y los arcos apuntados: las bóvedas, eran azules con estrellas de oro, como un cielo de teatro. Esta belleza, tan bonita, sólo podían imaginarla los Padres de la Compañía.
¿Dó están aquellas plazas llenas de movimiento, Sus altas catedrales, sus grupos bulliciosos, Sus verdes arboledas, sus alazanes briosos, Que ofrecen á la vista contínua variedad? ¿Qué es del perfume suave del polvo de la patria, De aquel aroma puro de sus lozanas flores, De sus flotantes nubes de vívidos colores, De la dulzura grata de su agua de cristal?
He visitado en Ripoll el monasterio de los monasterios bizantinos, en Toledo la catedral de las catedrales góticas, en Granada el alcázar de los alcázares construidos por el moro: ¿qué significacion pueden tener al lado de esos colosos la catedral y el alcázar de Sevilla?
Parecía la cama de una colegiala. Obdulia la contempló largo rato, como si no hubiera visto jamás cosa más sorprendente. En su rostro se notaban los signos de una emoción respetuosa, la que se siente al penetrar en el camarín donde se guardan las reliquias en las catedrales.
Edwin se fijó en que esta ave extraordinaria tenía las formas fantásticas de los dragones alados que imaginaron los escultores de la Edad Media al labrar los capiteles y gárgolas de las catedrales. Su cuerpo estaba revestido de escamas metálicas y tenía en su parte delantera una cabeza de monstruo quimérico, con dos globos de faro á guisa de ojos.
Las de las otras catedrales son porquerías si se comparan con las nuestras; mentiras, inventadas muchas de ellas por la envidia que inspira nuestra Iglesia Primada. ¿Ves estas otras que son rojas?
Tenían treinta varas de espesor, circundaban la ciudad, formando una zona de veintidós leguas de bojeo, y se elevaban, por la parte más baja, ciento veinte varas sobre la tierra; tanto como los campanarios de las catedrales de ahora. Un copete de verdura coronaba los muros. Eran los jardines pensiles.
Palabra del Dia
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