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Actualizado: 29 de julio de 2025


En esto, con unas estopas ligeras de encenderse y apagarse, desde lejos, pendientes de una caña, les calentaban los rostros. Sancho, que sintió el calor, dijo: -Que me maten si no estamos ya en el lugar del fuego, o bien cerca, porque una gran parte de mi barba se me ha chamuscado, y estoy, señor, por descubrirme y ver en qué parte estamos.

Y ponía su hato aparte, y no lo ponía con las ovejas de Labán. 41 Y sucedía que cuantas veces se calentaban las tempranas, Jacob ponía las varas delante de las ovejas en las pilas, para que concibiesen delante de las varas. 42 Y cuando venían las ovejas tardías, no las ponía; así eran las tardías para Labán, y las tempranas para Jacob.

36 y puso tres días de camino entre y Jacob; y Jacob apacentaba las otras ovejas de Labán. 38 Y puso las varas que había mondado en las pilas, en los abrevaderos del agua donde las ovejas venían a beber, delante de las ovejas, las cuales se calentaban viniendo a beber. 39 Y concebían las ovejas delante de las varas, y parían borregos cinchados, pintados y manchados.

18 Y estaban en pie los siervos y los ministros que habían allegado las ascuas; porque hacía frío, y se calentaban; y estaba también con ellos Pedro en pie, calentándose.

Hicieron entrar a todos en el cuerpo de guardia, en donde, tendidos en camastros, dormían unos cuantos soldados, y otros se calentaban al calor de un gran brasero. Martín fué tratado con mucha consideración por su uniforme. Rogó al oficial le dejara estar a Catalina a su lado. ¿Es la señora de usted? , es mi mujer.

Entonces, semiaturdido, solicitando al sueño por las exigencias de su naturaleza hercúlea y de su espesa sangre, cogía el señor Joaquín la maquinilla, cebaba con alcohol el depósito, prendía fuego, y presto salía del pico de hojalata negro y humeante río de café, cuyas ondas a la vez calentaban, despejaban la cabeza y con la leve fiebre y el grato amargor, dejaban apto al coloso para velar y trabajar, sacar sus cuentas y pesar y vender sus artículos.

Ni con aquel fantástico manejo se calentaban los malditos. Eran dos pedazos de hielo. En cambio, lo restante de don Roque ardía, se abrasaba. Sobre todo la cabeza alcanzaba una temperatura pasmosa, que iba cada vez en aumento. Cuando se llevó la mano a la frente creyó advertir que brotaba una llama azulada.

Pero en cambio había una magnífica cocina de señores, con chimenea de campana, de muchísimo tiro, donde ardía siempre, durante la estación fría, abundante leña de olivo y de encina y rica pasta de orujo; donde rara vez se guisaba; y donde los señores se calentaban muy a su sabor.

Palabra del Dia

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