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Actualizado: 26 de junio de 2025


Bonis, que había procurado quedarse con su mujer mientras los demás, despedido D. Basilio, corrían al comedor, donde les aguardaba el refresco, tuvo que dejarla sola porque le echó de su presencia a cajas destempladas. Desapareció Reyes, y los convidados quedaron por dueños de la casa, pues D. Juan Nepomuceno había salido también cuando el médico.

Obdulia, que no pudo habituarse a vivir entre cajas de muerto, enfermó de hipocondría; malparió; sus nervios se desataron; la pobreza y las negligencias de su marido, que de ella no se cuidaba, agravaron sus males constitutivos.

Y los mendigos privilegiados de Santo Tomás de Aquino expulsaban a cajas destempladas a dos o tres intrigantes, llegados de no dónde, con objeto de disputarles sus limosnas. Y M. Enrique Steimbourg, que mascaba un cigarro, hacía ya media hora, en el fumador de su padre, extrañábase de que su querido Alfredo no hubiese llegado aún.

CAJAS DE BIZCOCHO. Para una docena de huevos, una libra de azúcar; se bate mucho y se agrega media taza de harina; después de muy trabajado se llenan con esa pasta las cajitas de papel, que se tendrán preparadas, y se cuecen en horno suave; al sacarlos del horno se les da con una pluma de ave un baño blanco que se habrá hecho con una clara de huevo y cien gramos de azúcar, todo muy batido.

Los fumadores de opio llevan á las cajas del Estado no pocos millones y se comprende, pues estando estancado el opio, y contrabando fumarlo fuera de los sitios, mejor dicho pocilgas destinadas al efecto, el vicio sale muy recargado, y por lo tanto muy caro.

Asegurábase tambien por otra parte, que estos mismos comisionados intentaban atacar la villa de Puno, y seguir á la espugnacion de la inmediata ciudad de Chucuito, para apoderarse de mas de 300 quintales de azogue, que habia en aquellas cajas reales para el fomento de los minerales inmediatos.

De pronto, en un descansillo, vio un niño jugando solito con unas cajas viejas de fósforos; representaba, poco más o menos, tres años, y se parecía, como una gota de agua a otra gota de agua, al chiquitín de quien iba Cristeta acompañada la tarde que se la encontró en el Retiro.

Clotilde, igualmente, aparecía más bella que nunca, revelando en su rostro expresivo la dulce emoción que la embargaba y el ansia de ganar laureles para su dueño. Abriose el telón, y todos se fueron a ocupar sus asientos. En las cajas sólo nos quedamos el autor y cuatro o seis amigos.

Durante un par de años estuvo rodando por los ferrocarriles con sus cajas de muestras. De Barcelona hasta Huelva, y desde Pontevedra a Almería no le quedó rincón que no visitase, deteniéndose en Madrid todo el tiempo que podía.

Sus retratos figuraban hasta en las cajas de cerillas, los periódicos hablaban de ellas; tenían diamantes a porrillo, bailaban en teatros y en palacios y a una de ellas la había robado un gran duque, archipámpano o no recordaba Rafael qué otro título, llevándosela a un castillo, donde vivía como una reina.

Palabra del Dia

rigoleto

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