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Actualizado: 28 de mayo de 2025


A los ocho dias, poco mas ó menos, envió el cacique á su hermano, pero traidora y alevosamente, pidiendo á nuestro capitan Mendoza seis soldados con escopetas y otras armas, para pasarse á nosotros con toda su hacienda y familia á vivir siempre.

Formaban un semi-círculo, cuyo costado derecho gobernaba Ingaricona, el izquierdo Sanca, y el centro el cacique de Carabaya, que terminó la disputa á favor del primero: pero los que venian á las órdenes de Sanca entraban tibios y con grande repugnancia en el combate; efectos sin duda, de la oposicion que habia manifestado su capitan.

La dignidad de cacique, que yo creía cosa de broma, es cosa harto seria. Mi padre es el cacique del lugar.

5.° El cacique nombrado Artillanca, que lo es de la reduccion de Guinchilca, declara á fojas 50 que estan allí aquellos españoles, en la laguna de Puyequé: que él tiene conocimiento de muchos años á esta parte, y desde que tiene uso de razon, sabe que allí estan acimentados.

Fatigas y trabajos del P. Lucas Caballero en la conversión de los indios Chiquitos I 135 Fervor y virtud de la nueva cristiandad de los Chiquitos, premiada de Dios nuestro señor, con muchos sucesos milagrosos. Fidelidad del cacique de los indios Zamucos; servicios que presta á los Misioneros II 178 Fidelidad de los indios del pueblo de San Miguel II 266

No obstante, cuando la injuria es despreciable, y el ofensor pobre, se contenta el ofendido, con solo castigarle en las espaldas con sus bolas de piedra. Si el ofensor es poderoso, le dejan, á menos que el cacique no medie, y le obligue á dar satisfaccion.

Amigas tenía pocas doña Inés, porque casi todas las hidalguillas y labradoras de la población estaban muy por bajo de ella en entendimiento, ilustración, finura y riqueza. Quien más acompañaba, por consiguiente, en su soledad a la señora doña Inés era el cacique don Andrés Rubio, embobado con el afable trato de ella y cautivo de su discreción y de su hermosura.

Y alzaba mucho la voz al llegar a esto de la honradez. Viendo el gobernador que el cacique perdía absolutamente la sangre fría, comprendió que el negocio andaba mal parado, y le preguntó severamente: ¿No ha respondido usted de la elección, con cualquier candidato que se presentase?

Agradecido nuestro amigo al cacique de Villalegre, que se llamaba don Andrés Rubio, le ponía por las nubes y nos le citaba como prueba y ejemplo de que la fortuna no es ciega y de que concede su favor a quien es digno de él, pero con cierta limitación, o sea sin salir del círculo en que vive y muestra su valer la persona afortunada.

Y á dos palabras que dije se levantó Pou, el cacique y tras él sus vasallos; llegados á una empalizada pusieron á punto los arcos y las flechas; de aquí paso á paso, en profundo silencio, por no ser descubiertos antes de tiempo, avanzaron por fin

Palabra del Dia

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