United States or Finland ? Vote for the TOP Country of the Week !


Deslizábanse después de este día, con lentitud tediosa, los del mes de Agosto, el mes en que Madrid no es Madrid, sino una sartén solitaria. En aquellos tiempos no había más teatro de verano que el circo de Price, con sus insufribles caballitos y sus clows que hacían todas las noches las mismas gracias.

«Por fin llegamos á una planicie, en la cima de una montaña, en donde dos grandes literas adornadas aguardaban, y fuimos saludados por una multitud de lindas jóvenes, montadas en caballitos que manejaban con admirable agilidad. Se hallaban vestidas con los más pintorescos trajes.

El carruaje y las guarniciones brillaban como si fueran de oro, y los caballitos con sus rosas blancas a cada lado de la cabeza. La muchedumbre se había aglomerado en el patio de la estación, y allí supieron que tendrían el honor de asistir a la llegada de las castellanas de Longueval.

Las hierbas marinas ondeaban temblorosas sus verdes cabelleras; frutos redondos semejantes a los higos chumbos agrupábanse blancuzcos en las aristas de las rocas; flores que parecían de nácar brillaban en la profundidad de las aguas verdes; y entre esta vegetación de misterio destacaban las estrellas de mar sus puntas de colores, apelotonábase el erizo como un borrón negro lleno de púas, nadaban inquietos los caballitos del diablo, y un chisporroteo de plata y púrpura, de colas y nadaderas, pasaba veloz entre torbellinos de burbujas, surgiendo de una cueva para perderse en otra boca de insondable misterio.

Del arenoso fondo se desprendía un escudo convexo, que, al flotar, mostraba su cara inferior plana y amarillenta. Las cuatro patas rugosas de la tortuga y su cabeza de serpiente emergían de esta coraza de carey. Los caballitos de mar, esbeltos y graciosos como piezas de ajedrez, subían y bajaban en el ambiente azulado, contrayendo sus colas, retorciéndose como un signo de interrogación.

Pero hasta allí lo persiguen el bullicio y la música. En las barracas de tiro chocan las flechas de las ballestas; delante de las rifas suena la voz ronca de los rifadores anunciando la jugada; y los caballitos de madera, que giran con ruido ensordecedor, iluminan la obscuridad con su brillo fugitivo. Y, por entre todo eso, ruedan las sombras de la multitud.