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Actualizado: 17 de mayo de 2025
No siga usted. ¡Virgen del Carmen! Está usted muy dañada. Parecíame a mí prosiguió la penitente sin poder contener la efusión de su sinceridad , que aquel hombre me pertenecía a mí y que yo no pertenecía al otro... que mi boda era un engaño, una ilusión, como lo que sacan en los teatros. Calle, cállese por Dios...
¡No puede ser! decía Ben Zayb; cállese usted... ¡no sabe lo que se dice! ¡Que no lo he de saber, puñales! ¡No sea usted tonto!... los ladrones debían ser más... ¡Hombre! el chupa-tintas éste... Tuvieron un buen altercado. Lo principal para Ben Zayb era no soltar el artículo, dar proporciones al hecho para que resulte la peroracion. Cortó la discusion un susurro.
Y con gran escándalo de Manzanares comenzó a entonar a todo pulmón una romanza. Unos marineros que pintaban de blanco las tuberías para el riego de la cubierta volvieron la cabeza, riendo con simplicidad infantil. Pero hombre, ¡cállese! protestó el comerciante . ¿Y usted va a Buenos Aires a hacer fortuna?... Lo primero es ser hombre serio, para inspirar confianza.
Ella estaba allí contra mí, inclinada sobre mi pecho y llorando de emoción. «Sí, le he dicho , ante Dios y ante los hombres prometo no tener otra esposa.» «¡Cállese! ha exclamado , Gastón no es un perjuro y, sin embargo, promete ante Dios una cosa que nada puede hacer posible.» «¿Qué obstáculo puede haber?» «No, Gastón no puede ser el esposo de Adela.
No es la muerte la que me espera, sino la vida y el placer... ¡Váyase usted: déjeme sola: él va a venir ahora!... Yo también miré entonces en torno mío, desconcertado: mi mano armada temblaba. Y como en mi mirada había una pregunta, ella la comprendió: ¡Va a venir: soy suya!... La roja llamarada me subió otra vez, más furiosa, a los ojos y a la frente. ¡Cállese usted! la grité.
Está usted condenada sin remisión. Al Padre Alesón, para ser todo lo imponente que él pretendía, le faltaba la voz tonante. Pero como la Xuantipa tenía tanto miedo al infierno, oía la voz de flautín del fraile como si fuese una trompeta del juicio final. Señor, perdón... balbucía, temblorosa. Cállese usted, boca sulfúrea.
Pues soy Josef... el Idumeo... profesor en partos... intelectuales». v «Cállese usted, so guillati chillaba Segunda, que por los movimientos amenazadores que hizo, parecía dispuesta a desbaratar con un par de bofetadas la frágil persona del profesor idumeo . La culpa la tiene este morral que está aquí durmiéndola».
¡Quién soy!... gritó Fortunata con desesperación . Una persona decente... Sí, ya se conoce... Aurora, ¡por Dios!... ¿Qué es esto? Una persona decente, que he venido a ajustarle la cuenta a este serpentón que tiene usted en su casa. Y también es calumniadora. Cállese usted y váyase muy enhoramala... ¿Pero qué es esto, Aurora?... ¡Jesús!, sangre en la cabeza.
Palabra del Dia
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