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Actualizado: 2 de noviembre de 2025


Reinando Isabel I, un Tumbaga ideó poner cruces en las torres de la Alhambra. Bajo Carlos de Gante, cuando la nobleza castellana se hizo de turbulenta cortesana y de independiente palaciega, trocando hierros y armaduras por rasos y brocados, un Tumbaga fue el primero que se presentó en la corte llevando sobre los guantes de gamuza las armas de su escudo bordadas con sedas de colores.

Siglo XVII Gaspar de Herrera, T. de sedas. 1601 Pedro de Burgos, T. de terciopelo. 1603 Juan de Torres, T. de pasamanos. 1604 Esteban Bernal, T. de terciopelo. idem Miguel Martín, T. de brocados. 1605 Juan Bautista Sea, T. de damascos. 1611 Pedro Gutierrez. T. de brocados. 1613 Benito Guerrero, T. de terciopelo. 1621 Bartolomè Rodríguez, T. de tocas. 1626 Antonio de Herrera.

Nadie usaba en la corte espada más larga que la suya, ni lechuguilla más eminente y más ancha. Hacía tejer en Milán sus brocados y brocateles según antiguos modelos del guardarropa de familia, y sólo los lapidarios de Florencia eran dignos de grabar el onix y la cornalina para el sello de sus sortijas y el pomo de sus dagas.

A cierta distancia se miraban venir veinte cebras y veinte jirafas, que conducían en cofres de sándalo y maderas preciosas los vestidos, regalos, el alizaque o dote de la novia, y luego, entre una comitiva numerosa de jeques y ancianos, jefes de los cabilas y linajes, se dejaba ver un riquísimo palanquín colgado, de brocados y randas, y con varales de coral y madreperla.

Los más de los caballeros que agora se usan, antes les crujen los damascos, los brocados y otras ricas telas de que se visten, que la malla con que se arman; ya no hay caballero que duerma en los campos, sujeto al rigor del cielo, armado de todas armas desde los pies a la cabeza; y ya no hay quien, sin sacar los pies de los estribos, arrimado a su lanza, sólo procure descabezar, como dicen, el sueño, como lo hacían los caballeros andantes.

Entonces, prelados astutos, con experiencia católica, me dieron un consejo admirable: captarme con presentes, flores, brocados y joyas, como si fuese a alcanzar los favores de Aspasia; y a la manera de un ventrudo banquero que obtiene las complacencias de una bailarina regalándola una quinta entre árboles, yo, por una sugestión sacerdotal, tenté conseguir la benevolencia de la Madre de los hombres, levantándole una catedral toda de mármol blanco.

Palabra del Dia

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