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Miraban aquel buque lo mismo que si fuese suyo porque venía de su país; aclamaban a las pequeñas personas alineadas en sus bordas creyendo reconocerlas; acogían como una respuesta a estos vivas el rugido apagado que llegaba hasta ellos por encima del mar.

A las ocho de la mañana me hice á la vela con viento SO fresco, y goberné al N 1/4 NE hasta que hallé 5 brazas de agua de la parte del NE de la Isla de Bordas, que por haber visto reventar la mar y bajos por todas partes, fondo en dicho sitio hasta reconocerlos.

Luego, el buque avanzó por el canal con una rapidez desusada en estos parajes. La gente, asomada á las bordas, comentaba los extraordinarios encuentros en este bulevar marítimo, frecuentado ordinariamente por buques de paz. Unos humos en el horizonte eran los de la escuadra francesa llevando al presidente Poincaré, que volvía de Rusia. La alarma europea había interrumpido su viaje.

Resulta pues la nueva nao, algo más cargada de madera, más sólida y con más esmero de ejecución, sin duda, que la original, pues aun siendo ésta de las mejores de su tiempo, no tendría de seguro, forradas las bandas, sino los barraganetes al descubierto como lo están las cuadernas en el interior; las bordas ó amuradas habían de ser más bajas, particularmente en los castillos; las regalas, sencillas, sin tapas verticales; los cintones en cambio más robustos y salientes, y con clavos defensivos de gruesas cabezas.

Los últimos servían de defensa y adorno para cubrir las bordas, y de ellos viene el nombre de pavesada que conserva el vocabulario naval, aplicándolo ahora á la cubierta de los cois, igualmente colocados por parapeto defensivo.

En las embarcaciones menores había mercaderes que, puestos de pie y agitados como polichinelas por las ondulaciones de la bahía, regateaban sus telas exóticas con la muchedumbre de tercera clase amontonada en las bordas a proa y a popa.

Al pasar el trasatlántico entre los buques inmóviles, corrían las tripulaciones a las bordas para saludarlo con gritos y agitación de gorras. Flotaban en las aguas, como harapos blancos, muchos pescados muertos, tendidos sobre el lomo, sacando el hinchado vientre.

Yo soy viejo ya, y tengo esperanza de no verte correr los temporales que sobre ti han de caer... Pero si Dios quisiera darme ese castigo, si algún día, por mis pecados, te viese correr a palo seco y bebiendo agua por las bordas... sentiré, hijo mío, no tener fuerzas ya para tirarte un cabo. La voz del anciano se había conmovido al pronunciar estas últimas palabras.

Este adversario resultaba más temible que todas las muchedumbres aporreadas y perseguidas por él en las calles de la capital. Cuando se consideraba libre para siempre de los pigmeos, era su prisionero y sólo podía esperar la muerte. Asomó cautelosamente su cabeza por las bordas de la embarcación, pronto á retirarla antes de que un nuevo cable viniera á enroscarse en su cuello.

De pronto una nubecilla blanca apareció en una de las bordas del navío y un instante después llegó á oídos de los fugitivos una pequeña detonación. Nos han visto, dijo Tragomer. Es un tiro de fusil para llamarnos la atención. Nos observan, sin duda, con un anteojo, pero no están seguros de que seamos nosotros. ¡Respondámosles!