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Actualizado: 22 de junio de 2025


Jacobo abrió la boca para replicar, pero el pañuelo a cuadros azules y amarillos, con algunos vivitos verdes, salió a relucir, y el padre Cifuentes añadió que creía, tenía entendido, le parecía probable que la señora marquesa de Sabadell estaba a punto de salir de Biarritz, y que en el caso de no encontrarla, lo más prudente y oportuno para el señor marqués sería dirigirse a la señora marquesa de Villasis, persona muy su amiga, de grandes luces y mayores virtudes, para la cual se brindaba a darle una carta suplicándole que las tomase ella en el asunto.

Impetuosa es la Mancha con su estrecho do se sumerge el flujo del Océano del Norte; áspero es el mar bretón con los violentos remolinos de sus cortaduras basálticas; mas, el golfo de Gascuña, desde Cordouan á Biarritz, es un mar de contradicciones, un enigma de combates. En dirección al Mediodía se vuelve de repente extraordinariamente profundo, un abismo donde el agua se cuela.

El Conde no fué a Biarritz a cumplir su promesa amistosa. Elisa, al principio, distraída con otros coqueteos, circundada de adoraciones y triunfante como nunca, no echó de menos la falta del Conde. Supuso que sus negocios duraban aún y le retenían en Madrid.

Porque la condesa de Albornoz en persona era quien venía guiando los briosos brutos desde Biarritz, de donde había salido el convoy la víspera, prefiriendo aquella molesta caminata por la carretera al cómodo trayecto del camino de hierro, por uno de esos caprichos, de esas excentricidades que forman las leyes de la moda y constituyen las reglas del buen tono, basadas las más de las veces en aquella razón tan filosófica y profunda: Cuando pitos, flautas; Cuando flautas, pitos.

En vez de ir a los puertos franceses a pasar el verano, los españoles vendrán a estas hermosas provincias del Norte, abandonadas hoy por falta de vías de comunicación... ¿Qué Biarritz se puede comparar en el verano a estos sitios frescos y deliciosos? ¿Qué playa de Arcachón puede sostener la competencia con las nuestras de Miramar y las Huelgas?...

Doña Luisa no podía vivir en Biarritz, lejos de su marido, En vano «la romántica» le hablaba de los peligros del regreso. El gobierno todavía estaba en Burdeos; el presidente de la República y los ministros sólo hacían rápidas apariciones en la capital.

Y mientras esto decía el tío Frasquito, iba poco a poco escurriendo escurriendo su solapa de manos de Diógenes, hasta que, libre al fin, abrochóse prontamente el gabán hasta la barba, para poner a cubierto su nívea pechera de cualquier acometida de Diógenes. Este, dejándole hacer, tornó a preguntarle: ¿Y cuándo se va Jacobo a Biarritz?... Mañana por la noche...

Y por último, la costumbre del veraneo rara vez lleva a sus castillos y quintas a nuestros elegantes de ambos sexos, sino se los lleva a Francia, a Suiza, a Inglaterra, o a más hiperbóreas regiones. Cuando la guita es corta y no puede esparciarse el cimbel, debe volar por lo menos hasta Biarritz.

¿Por qué te quiero?... Pues por lo que yo hago casi todas mis cosas ... por capricho. Un día te he visto en el Retiro revolviendo un caballo admirablemente y me gustaste. Luego, a los dos meses, en Biarritz, te vi en el asalto del casino tirando con un oficial ruso y concluí de encapricharme. Hice que me fueses presentado, procuré agradarte, te agradé en efecto.... Y aquí estamos.

En estos coloquios se pasaban las horas, y de continuo estaban juntos ambos amantes, menos cuando Echeloría se retiraba a dormir al lado de su anciana nodriza y en estancia muy resguardada, o bien cuando iba a la playa a bañarse; pues entonces, a fin de evitar el qué dirán y las murmuraciones, Mutileder no se bañaba con ella, tal vez por no usarse aún trajes de baño, tan complicados y encubridores de las formas como los que se llevan ahora en Biarritz y en otros sitios.

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