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Actualizado: 26 de septiembre de 2025


El del Verde Gabán, que esto oyó, tendió la vista por todas partes, y no descubrió otra cosa que un carro que hacia ellos venía, con dos o tres banderas pequeñas, que le dieron a entender que el tal carro debía de traer moneda de Su Majestad, y así se lo dijo a don Quijote; pero él no le dio crédito, siempre creyendo y pensando que todo lo que le sucediese habían de ser aventuras y más aventuras, y así, respondió al hidalgo: -Hombre apercebido, medio combatido: no se pierde nada en que yo me aperciba, que por experiencia que tengo enemigos visibles e invisibles, y no cuándo, ni adónde, ni en qué tiempo, ni en qué figuras me han de acometer.

Una alteración de personal que hubo por entonces en la imprenta, inspiró a Millán la idea de que aquel favor, que su amigo frecuentemente le hacía, sólo para ganar tiempo y anticipar la hora de salir juntos, podía redundar para Pepe en una ganancia, no grande, pero oportuna, dada la situación de su casa, donde la necesidad se iba entrando a banderas desplegadas desde que comenzó a agravársele a don José la enfermedad de las piernas.

Yo he estado en América, señores; me he batido en aquellos colosales combates de Chuquisaca y Cochabamba, y puedo decir que nada nos consolaba de nuestras privaciones y trabajos como hablar de la Constitución, pensar en ella y poder escribirla en nuestras banderas para hacer doblar la rodilla a los indios más bravos.

A lo que respondió el carretero: -El carro es mío; lo que va en él son dos bravos leones enjaulados, que el general de Orán envía a la corte, presentados a Su Majestad; las banderas son del rey nuestro señor, en señal que aquí va cosa suya. -Y ¿son grandes los leones? -preguntó don Quijote.

Tengo a la vista un cuadro de las banderas de todas las naciones del mundo. Sólo hay una europea culta, en que el colorado predomine, no obstante el origen bárbaro de sus pabellones.

Consigna el mismo Diario á 18 de Diciembre que entre las cosas que mostró el Almirante y dieron contento al cacique Guacanagarí, fueron las banderas reales y las otras de la cruz.

Esa antiquísima torre, muy anterior a la era cristiana, enlazada con tantos recuerdos heroicos, colocada allí entre las variadas banderas de los buques, las ráfagas de humo de los vapores, los paseos construidos ayer y las flores nacidas hoy, con sus cimientos, que cuentan los siglos por décadas, es como la clava de Hércules lanzada en medio de los juguetes de los niños.

Por entre las dos columnas de sus pantorrillas desfilaba, á pie y á caballo, llevando tambores al frente y banderas desplegadas, todo un ejército de enanos tocados con turbantes y plumeros, á estilo oriental.

Fáltame añadir, para que sea completo el retrato, que era alto y seco; que veía y oía bien; que tuteaba á todo el género humano, y que se preciaba de no tener pelillos en la lengua, esto es, de decir cuanto se le ocurría, con una franqueza que tocaba y hasta pasaba á menudo sus límites, entrando con banderas desplegadas por la jurisdicción y término de la desvergüenza.

La ciudad de Agaña está clasificada como plaza fuerte, originándose con esto gastos de personal y material que podrían reducirse, sin quitar á aquella población las prerrogativas de corresponder á los saludos que las escasísimas banderas extranjeras pudieran hacer al ponerse á la vista de la que ondea en el pequeño fuerte de Agaña .

Palabra del Dia

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