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Actualizado: 23 de junio de 2025


Para ella, era yo, si no lo primero, al menos algo que se ama y que se echa de menos durante ausencias de una hora. En tan poco tiempo, ¡cuánta mudanza! Todo lo que estaba viendo me parecía expresar la felicidad de los esposos y como un insulto a mi soledad.

Mientras rodaba el coche se me iba ocurriendo que podía no ser verdad que las ausencias de Ángel de mi casa consistieran en lo que decía el anónimo; mas como para aclarar la duda se necesitaba un trámite, no corto, y no andaban mis asuntos para prodigar el tiempo en lujos de preliminares, y si lo del anónimo no era la pura verdad, podría serlo, lo sería a la hora menos pensada, lo que yo iba a hacer hecho estaría, y eso tendríamos adelantado. ¡El anónimo!... Pero ¡de quién era la mano que le había escrito?

Cuantos tomos enormes, roídos por el corte y forrados con papel grasiento, rodaban por los mostradores de las tiendas del Mercado, eran atraídos por sus manos, como si éstas fuesen un imán, y devorados rápidamente, unas veces por la noche, después de cerrar las puertas y robando horas al descanso, otras por la tarde, aprovechando ausencias de don Eugenio, en el fondo del almacén, a la dudosa claridad que se cernía en aquel ambiente cálido, impregnado del vaho de los tejidos y el tufo de la tintura química.

Deseaba terminar su vida de estudiante, para hacerse piloto y seguir las prácticas en el puente, al lado de su padre. Tal vez llegase á mandar á los treinta años el Mare nostrum ú otro buque semejante. Mientras tanto, la atracción del mar le arrastraba lejos de las aulas, yendo á ver á Caragòl á la misma hora en que sus profesores pasaban lista á los alumnos, anotando sus ausencias.

Las guitarras comenzaron a vibrar, mientras uno de los cantores gemía con voz gutural: ¡Por una ausencia larga Mandé sangrarme, Hay ausencias que cuestan Gotas de sangre! ¡A la hueva, hueya, Hueya sin cesar, Abrasé la tierra Vuelvasé a cerrar!

Buscando las aventuras por entre las duras peñas, maldiciendo entrañas duras, que entre riscos y entre breñas halla el triste desventuras, hirióle amor con su azote, no con su blanda correa; y, en tocándole el cogote, aquí lloró don Quijote ausencias de Dulcinea del Toboso.

Si la dejamos que siga rodeada de caballos y perros, pajes, monteros y soldados, cuidando halcones y aprendiendo, la muy taimada, trovas francesas, que tal hacía cuando la sorprendí ayer en su cuarto, ¿cómo ha de servir para esposa de un noble compañero y para gobernar un castillo, cual lo he hecho yo en vuestras largas ausencias, con un centenar de hombres de armas y sirvientes á sus órdenes, la mitad de los cuales sólo entienden de holgar y beber cerveza?

En los siguientes días, las escapadas al cuarto vecino tenían lugar a horas varias, cuando Maxi salía. Iba a estudiar con un amigo para tomar el grado, y además solía ir a la farmacia de Samaniego. Ya estaba acordado que tendría plaza en el establecimiento. Aunque sus ausencias eran seguras, ambos criminales determinaron poner el nido más lejos. En tanto, Patricia hacía lo que le daba la gana.

La Pimentosa comió abundantemente, como solía hacerlo, y antes de dormir la siesta mandó al fenómeno que bajase para ver si Tablas estaba en la taberna de la calle de las Maldonadas. Malísimo humor tenía la señora por aquella tardanza de su hombre, aunque acostumbrada estaba a tales ausencias y a otras mayores.

Y esto explica, por cierto, sus misteriosas ausencias observé yo, recordando que sus movimientos habían sido con frecuencia muy errantes, de modo que hasta Mabel había ignorado su dirección.

Palabra del Dia

rigoleto

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