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Actualizado: 18 de julio de 2025
Si echais á andar hácia los arrabales, encontrareis las calzadas que sirven de carreteras y paseos, orilladas por bellísimas quintas en que el gusto artístico de la arquitectura hace juego con la magnificencia de los jardines y la gracia de los pequeños parques.
Dos o tres grandes señores franceses y extranjeros quisieron revivir las tradiciones de los buenos tiempos, pero con bastante menos dignidad. El alma más altanera se desploma con una rapidez increíble en los placeres malsanos y en las fiestas nauseabundas de los arrabales. Las únicas orgías a las que se resiste algún tiempo son aquellas que cuestan muy caro.
A la noche siguiente fué á visitar al viejo y popularísimo Sevestre, protector de los comediantes jóvenes y especie de cacique ó de gobernador general de todos los pequeños teatros de los arrabales parisinos.
Sobre todo, si alguna hija de Eva anda en el asunto, el galante forastero puede contar con un mal dia. Con las Valencianas de cierta clase se cumplen á la letra las palabras de Cervantes: «hay cosas que es mejor no meneallas,» y mujeres bonitas que es mejor no tocallas. El Valenciano de los arrabales tiene una fisonomía que parece el amalgama del árabe guerrero con el Napolitano.
Actualmente habitan una magnífica quinta con un gran jardín al extremo de uno de los arrabales, situados a poca distancia de Chambery; esta quinta es el centro de reunión de la sociedad más distinguida e ilustrada de aquella deliciosa población. Allí se dibuja, se pinta, se dan conciertos, se monta a caballo; es una especie de cantón inglés transplantado a Saboya.
Al fin se alcanza á ver una larga fila de colinas, á la derecha, poblada de arrabales de Lóndres y de castillos y quintas; luego se descubre á la izquierda la primorosa planicie ó valle del Támesis que se extiende hacia Richemond, y se ve serpentear el opulento rio por entre alamedas y edificios, á algunas millas de distancia; en seguida se atraviesan los arrabales de la ciudad, y cuando ménos se piensa está uno en el corazon de la metrópoli monstruo, bajo la techumbre monumental de hierro y vidrio que cubre el embarcadero del ferrocarril en la estacion de Bishops Road.
Pero, sea como sea, se pasó la tarde, y cuando los niños se reunieron otra vez, y Sandy, con una delicadeza que la maestra comprendió perfectamente, se despidió de ellos con toda tranquilidad, en los arrabales del pueblo, les pareció a todos aquel día el más corto de su vida.
De cualquier lado que se mire el conjunto interesa por sus caprichos y contrastes graciosos, y los pormenores llaman la atencion. Al derredor, los nueve arrabales, de los cuales solo uno, el de Triana, habitado por los Gitanos, que es el mas populoso, se halla á la márgen derecha del Guadalquivir, ligado á la ciudad por un hermoso puente colgante.
El padre era el único que salía, mostrándose tan confiado y tranquilo por su seguridad, como cuidadoso y prudente era para con los suyos. Pero no hacía ningún viaje á Valencia sin llevar consigo la escopeta, que dejaba confiada á un amigo de los arrabales.
Fuera ya de los arrabales, Obdulia esperó a su confesor y juntos se dirigieron a la venta donde paraba el coche. Mientras llegaron allá no cruzaron ninguna palabra. El P. Gil caminaba silencioso, taciturno, revelando bien a las claras un mal humor que no era frecuente en él. Tardó un rato el cochero en enganchar. Mientras duró la operación, la futura monja se metió en la venta.
Palabra del Dia
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