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Actualizado: 7 de junio de 2025
En San-Ramon se descubre debajo de esas arcillas cenagosas, una verdadera arcilla que contiene gran número de pepitas de hierro hidratado, y que ofrece en todo la capa de mi terreno guaraniano. Es efectivamente el mismo envoltorio, y entran en su composicion los mismos granos redondos. Puesta la una junto á la otra estas dos rocas no presentan la mas mínima diferencia.
Las piedras son las primeras que se detienen, luego los objetos pesados, y, por fin, el torrente, convertido en arroyo, no arrastra por el fondo de su cauce más que pequeña grava, y sólo lleva en suspensión la fina arena y la tamizada arcilla.
Estos aluviones consisten ya en arena muy fina, ya en arcilla ó en limo hornaguero, compuesto de despojos vegetales.
Al fin y al cabo se cubren en su base de formaciones geológicas nuevas y se rodean, como las otras montañas, de hiladas de morrillos, de arena ó de arcilla. A la larga, la mirada del sabio puede únicamente reconocer que han brotado del seno de la tierra, de la gran hornaza, como una masa de metal en fusión.
Algunas aberturas que nos parecían refugio de serpientes, en las que no hubiéramos metido la mano por temor á ser mordidos, eran un principio del abismo; las lluvias y los derrumbamientos interiores las han ensanchado tanto, que muchas de ellas son hoy principios con declives de roja arcilla, surcados por la corriente de las aguas.
Hasta llegar á la undécima jornada se tienen que salvar sucesivamente muchas cachuelas, formadas por una especie de saltos de arcilla amarilleja endurecida; esto obliga á perder un tiempo considerable por la necesidad que hay de descargar las canoas, para hacerlas subir por en medio de la corriente, tirándolas con sogas.
Mis pies, estaban dentro del agua; el aire era frío y húmedo; la roca estaba cubierta de una especie de pasta resbaladiza de arcilla diluída; una sombra siniestra me rodeaba y un resplandor tibio, vago reflejo de la luz del día, me revelaba solamente algunas formas indecisas y una gruta llena de arrogantes protuberancias.
Contraria pero simultáneamente a la frase «Eres polvo,» le dijeron que el hombre es el rey de la tierra; las aguas de los mares y las arenas del desierto son llanuras francas a su actividad y su valor; las fieras de brutal poder, esclavas de su inteligencia; los metales, que como venas de fuerza y riqueza serpean por las entrañas de los montes, tesoros escondidos para que el trabajo los descubra y el sudor los fecunde; y hasta la mujer, arcilla divinamente modelada con los rasgos de la amante y la madre, es suya también, carne de su carne, hueso de su hueso.
Cuando cambia el terreno, cuando sucede la roca á la tierra vegetal ó la arcilla á la arena, numerosas plantas suceden también á otras. Igual contraste se presenta cuando el agua empapa la tierra ó cuando falta en el suelo sediento, cuando el viento sopla libremente en todo su furor ó cuando encuentra algo que sirva de obstáculo á su violencia.
Entre estas montañas hay un espacio llano de dos ó tres leguas de ancho con tal cual ribazo, regado por riachuelos que corren, ya por medio, ó ya al rededor, formados de las fuentes ó manantiales que nacen de las montañas. Estos valles son muy fértiles, con el terreno negro y profundo, sin mezcla de arcilla: están siempre cubiertos de tan buena yerba, que el ganado engorda en poco tiempo.
Palabra del Dia
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