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Actualizado: 24 de julio de 2025
Y en carta que he visto escrita de la Asunción de 30 de Abril de 1717, escrita después del castigo de muerte que se dió á los Payaguás dichos, se decía corría por cierto en aquella ciudad que había muerto sólo el P. Arce, y al P. Blende le tenían los mismos Payaguás cautivo con algunos de sus indios, y que al piloto español le habían vendido á los Guaycurús.
Merchán, citando los arrogantes versos de Núñez de Arce, y dirigiéndose á Cuba: «Y si ser grande y respetada quieres, de tí no más la salvación esperes.»
No quedaron satisfechos estos enemigos de Dios y de su ley con tan horrenda traición; antes tomando de ellas más ánimo, instigados del demonio y de los hechiceros, se previnieron al último acto de la tragedia con la muerte del P. Arce para apartar de sí á quien les reprendía sus bestiales costumbres, é impedir juntamente que los de su nación no abrazasen la santa fé, por lo cual se pusieron á espiar por dónde había de pasar el Padre.
Lo que obró después en servicio de Dios y de las almas en aquellas Reducciones no se puede decir fácilmente; pero se puede conjeturar bastantemente, de que entre tantos, por otra parte dignísimos, fué escogido por compañero del Apostólico P. Arce para ir al descubrimiento del puerto de los Itatines, por donde se hiciese escala para la comunicación con las Misiones de los Chiquitos, y para observar la voluntad de las naciones cincunvecinas á la ley de Cristo, en cuya empresa felizmente murió.
Y porque todo esto sucedió, como dije, en el día consagrado á N. P. S. Ignacio, puso el P. Arce la Reducción debajo de su patrocinio. Mientras que las cosas corren aquí con algún viento favorable, me es preciso dar una sucinta relación de la provincia de los Chiquitos, en que al mismo tiempo se fundó, aunque con fin más feliz, una nueva cristiandad, y será el blanco principal de esta mi Relación.
Sólo diré algo de otras virtudes suyas; y en primer lugar se ofrece luego á la vista aquella admirable concordia que tuvieron en el Padre Joseph de Arce los empleos de Marta y María; esto es, la vida activa y la contemplativa, las ocupaciones exteriores en servicio y ayuda de los prójimos, y la interior y estrecha unión con Dios.
Y para dar más vigor á su apología, cita una octava de la Lamentación de Byron, de Núñez de Arce, donde el poeta aconseja á los griegos que talen é incendien y lo conviertan todo en ruinas con tal de libertarse de los turcos. Hay, sin embargo, una distinción que hacer, y de no pequeña importancia.
Pero no obstante eso, determinaron de común consentimiento admitir en sus tierras á Cristo y á su ley santísima, y enviaron á dar aviso de su resolución al P. Arce, quien debajo de una enramada estaba encomendando á Nuestro Señor con fervor este negocio; pero le pusieron tres condiciones: La primera, que la Reducción se fundase en aquel paraje.
Después de publicar Becquer sus admirables Rimas, que han hallado eco en todas las almas, y Nuñez de Arce sus robustas inspiraciones, que ya saben de memoria todas las personas de buen gusto, la poesía que consiste en la pulcritud, en el aseo, por decirlo así, de los versos, ha muerto ya y está enterrada para siempre.
Entrado ya el año de 1691, partieron los PP. Juan Bautista de Zea y Diego Centeno por el río Guapay, á cultivar el nuevo pueblo de la Presentación, y el P. Arce al valle de las Salinas, á donde acudió gran número de infieles, de los cuales muchos se le mostraban aficionados y otros le mostraban mal rostro, señal de lo que maquinaban en su corazón, que era darle muerte, como lo hubieran ejecutado á no haberles disuadido de tan malvado intento los indios de Tariquea.
Palabra del Dia
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