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Actualizado: 21 de julio de 2025


En el primer órden de síntomas, la fiebre tiene mas tonicidad, y el sistema nervioso está mas sensible; la escitacion sanguínea está al parecer bajo su dependencia, y de cuya escitacion resultan: la impaciencia y la cólera, el insomnio, las sensaciones vivas, los dolores dislacerantes en la cabeza, el centelleo de los ojos, la contraccion de la pupila, la escesiva finura del olfato, calor y escozor en la boca, sed ardiente, calor y sensibilidad en diversos puntos del abdómen y en otras partes, erecciones dolorosas, exaltacion del apetito venéreo, sensibilidad grande de todo el cuerpo, punzadas y dislaceraciones casi en todas partes, estremecimientos, dolores calambroídeos, calosfríos febriles, frio; aumento de calor despues, prurito en el corazon y en casi todo el cuerpo.

La hora del almuerzo dijo Maltrana alegremente . ¡Tengo un hambre!... ¿Ha notado usted cómo abre el apetito la mala conducta?

Aún estoy vacilante, pero por momentos creo oír lejana música y voces suaves que desde una región desconocida y llena de misterios me llaman, me atraen y promueven en embriaguez y furor y apetito de ir a unirme con ellas. Adiós. Me pesan los párpados y van a cerrarse mis ojos. Aún persisto en la indecisión; no si beberé del pomo y mis ojos quedarán cerrados para siempre.

No tenía apetito; era tan grande su dolor, que no tenía ganas ni siquiera de abrir la boca. De modo que después de rezar otra vez se ha dirigido a la sala. En la sala ha tenido una tentación. ¿Por qué no decirlo? , ha tenido una tentación; es decir, ha querido mirarse al espejo. ¿Estará ella tan vieja como piensa? ¿Se podrá colegir por el aspecto de su cara si ha de vivir aún algunos años?

No hay ya envidia de nombres ilustres, sino de comodidades. Como cada cual tiene ganas rabiosas de alcanzar una posición superior, principia por aparentarla. Las improvisaciones estimulan el apetito. Lo que no se tiene se pide, y no hay un solo número uno que no quiera elevarse a la categoría de dos.

El conde, hombre de unos cuarenta años, alto, grueso, derecho, rubio, hablaba en un castellano grotesco. Lo verdaderamente gracioso de Haussonville era su apetito voraz. Todo lo que le daban de comer no le servía más que de aperitivo.

Puso pues, en prensa su claro y apremiante entendimiento para insinuar el concepto y el apetito de la limpieza en la mente obscura y en la aletargada voluntad del Sr. de Figueredo.

Que esta querida niña tenga enseguida un sitio para descansar! ¡Tiene de ello tal necesidad después de semejantes emociones!... Envíe usted á buscar gentes á la quinta ... Quiero que dentro de dos horas esté todo en orden en el castillo ... ¿Cómo te sientes, querida hija mía? ¡Esperarás el almuerzo!... ¡Oh! No tengo apetito ninguno, tía ...

Ni nadie la consideraba de otro modo: si algún granuja de la calle le recordó que formaba parte de la mitad más bella del género humano, hízolo medio a cachetes, y ella rechazó a puñadas, cuando no a coces y mordiscos, el bárbaro requiebro. Cosas todas que no le quitaban el sueño ni el apetito.

Pues desembuche, buena madre, dijo Cervantes, que aquí hay lugar donde quepa todo lo que en él entre; y no os abro el apetito regalándoos alguna cosilla que os contento, porque pobre ando, y tal, que por Dios que me dejaría ahorcar por dos reales.

Palabra del Dia

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