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Actualizado: 20 de mayo de 2025


El siguiente dia después de la llegada de Berenguer, asistiendo toda la nobleza de la Corte, así extranjeros como naturales, Roger de Flor, habida licencia de Andronico, se quitó el bonete, insignia de su dignidad de Megaduque, y juntamente con el sello, baston y estandarte de su oficio, le entregó á Berenguer; rehusólo, y sin duda no lo admitiera, si el Emperador resueltamente no se lo mandara.

Trataron Roger, y el Emperador de cómo se habia de hacer la guerra aquel año, y Andronico solo le encargó el socorro de Philadelphia, lo demás dejó al arbitrio de los demas Capitanes y suyo; porque desde lejos y antes de las ocasiones mal se puede ordenar lo que conviene, ni tomar parecer cierto en cosas tan inciertas y varias como se ofrecen en una guerra.

Andronico por medio de este Canavurio, forzado del temor de las armas de los Catalanes, y del socorro que la fama habia publicado que venia de Sicilia, y que con tan largas pagas estaba el fisco y cámara imperial destruida, y que las rentas del Imperio no eran suficientes para los gastos ordinarios y forzosos, y que como á Príncipe le tocaba prevenir el remedio, y ellos como Capitanes obligados y amigos debian ayudarle á poner en ejecucion lo que á todos les importaba igualmente.

Hiciéronse las bodas con la solemnidad de personas Reales; porque el valor de Roger pudo igualar la nobleza de la mujer. Era María hija de Azan Príncipe de los Búlgaros, y de Trene hermana de Andronico, de quince años de edad, hermosa y por extremo entendida.

Mandóle luego Andronico, que navegando la vuelta de la Asia, procurase juntar sus fuerzas con las de Roger; y así con mucha brevedad llegó al Jio, adonde halló á Fernando Aones de partida, y juntos llegaron á Ania, de donde avisaron á Roger don dos caballos ligeros de la venida de Rocafort con los suyos.

Para tener por ciertos estos movimientos, me hace gran dificultad el ver que no trata Nicephoro de ellos, antes bien diferente causa porque los nuestros no pasaron adelante con sus victorias, que fué el miedo grande de Andronico, y sin duda este fué el que detuvo la buena dicha de los nuestros, y el que impidió que no se restaurasen todas las Ciudades y Provincias del antiguo Imperio de los Romanos.

Andronico de las ventanas de su Palacio atento y con gusto miraba la pendencia cuando los Genoveses levemente fueron mal tratados, y algunos muertos, y con palabras mostró su ánimo mal afecto contra ellos; pero cuando vió que los Almugavares con su acostumbrado rigor iban degollando cuanto se les ponia delante, temió que todos los Genoveses de Constantinopla no muriesen aquel dia; cosa peligrosa para su conservacion, porque dependia de ellos la paz de su Imperio.

Después de haber degollado muchos, fueron á casa de Raul Paqueo, pariente de Andronico, y suegro de Fernando Aones el Almirante, y pidió el pueblo que luego se les entregasen los Catalanes que habia dentro; y porque esto no se hizo tan presto como ellos quisieron, pegaron fuego á la casa con que se abrasó todo cuanto habia dentro, y aquí tengo por cierto que los tres Embajadores y el Almirante perecieron.

Procuró por todos los medios posibles, que su marido Andronico dividiese entre sus hijos algunas Provincias de su imperio. No le fué concedida esta demanda. Volvió segunda vez á tantear otro medio mas perjudicial y dañoso para el Imperio que el primero, y fué pedir que les declarase sucesores y compañeros de Miguel su hermano.

Los Capitanes y la demás gente de lustre aunque disimulaban, y en lo exterior se dejaban engañar, sentian mal de esta partida, y creyeron que más habia nacido de los recelos de Andronico, que de los movimientos de Bulgaria.

Palabra del Dia

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