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Actualizado: 17 de junio de 2025
Nunca dejará de ser pedante y afanoso, como todos los que no cuentan con más recursos que la voluntad de llegar y llegan a fuerza de trabajo. Prefiero los dones de talento o de cuna, y no siendo eso no quiero nada. Más tarde esas dos opiniones se modificaron. Agustín llegó a querer a Oliverio, pero sin estimarlo en mucho, y Oliverio tuvo a Agustín en altísima estima sin llegar a tomarle cariño.
Cuando la tempestad sorprende al pájaro que se aleja del nido, el ave lucha con la tormenta, aleteando por recobrarlo; cuando el niño que rompe a andar cae y se lastima, busca afanoso el regazo de su madre; cuando el hombre abandona la mujer que le quiere, y sufre desengaños, torna a ella, y en sus brazos se arroja: Lázaro no tenía nido, ni regazo, ni brazos a que acogerse; llevaba, como una doble maldición, la duda en la frente y el amor en el alma.
Encontré a mi amigo tan afanoso y preocupado dictando órdenes, conferenciando con sus administradores, escuchando las peticiones de una nube de parásitos, que no tuvimos tiempo a dedicar un recuerdo a aquel noble varón que desde hacía pocos días descansaba en la cripta.
Pues a ello sin tardar un instante. Y ¡ánimo! que Dios aprieta, pero no ahoga. Nieves, que había estado con la mirada fija en Leto, sin perder una palabra, ni un movimiento, ni un ademán del complaciente muchacho en su afanoso ir y venir, cuando le tuvo delante, a pie firme y en silencio pidiéndola una respuesta, se la dio en una sonrisa muy triste, pero muy dulce.
Mire usted pronunció al cabo . Pues acertaban Rosarito y Carmela al asegurar que el señor de Miranda venía a esta casa por mí. ¡Pero, quién lo dijera! Vamos, hija; ¿qué le contesto a ese señor? preguntó afanoso el Leonés. ¿Papá... qué sé yo? Nunca pensé que quisiera casarse conmigo. Pero a ti.... ¿te gusta el señor de Miranda? Sí que me gusta.
Cuando se le metía en la cabeza, en aquella cabeza como un puño, mal amasada, un bromazo como el que tenía proyectado, andaba inquieto, afanoso, lo mismo que el poeta o el pintor que tienen una obra entre manos. Después de varios días de machacar por él logró al fin, casi, casi, decidir al indiano.
Desde entonces vivió en un estado de perpetua irritación, siguiendo con afanoso interés los incidentes del litigio, apurando al procurador, a los abogados, buscando influencias que contrarrestasen las poderosas del duque.
Palabra del Dia
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