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Actualizado: 9 de julio de 2025
Vete acostumbrando a tratarme de usted... replicó él con cierta severidad . No se te escape una expresión familiar, porque entonces la echamos a perder. Yo también te trataré de usted delante de gente... Todo acabó... Fortunata, no soy para ti más que un padre... Aquel que te quiso como quiere el hombre a la mujer, no existe ya... Eres mi hija.
Después establecí que cada año aseasen y reparasen sus casas interior y exteriormente todos los de cabildo, y así se van mejorando los pueblos y acostumbrando a vivir con decencia.
Alfonso irá a pasar este invierno a Lyón para que se vaya acostumbrando, poco a poso, a los usos y costumbres de la alta sociedad. Ha marchado en compañía de M. de Balathier, persona de excelentes modales; estamos muy contentos de semejante oportunidad, porque ella será causa que le privará de las malas compañías de otros jóvenes de su edad.
María de la Paz decía que no; Salomé dudaba, y la santa opinaba que sí. Las razones de la primera eran: que puesto que prefería el sueño á la comida, era preciso hacerle el gusto, con lo cual se iría acostumbrando á la disciplina. En vano quiso oponerse Paulita con gran copia de razones teológicas y morales, fundadas en el principio de mens sana in corpore sano: todo fué inútil.
Tolera su presencia, no se extraña de verle a su lado y se va acostumbrando a él. Mas no es necesario ser un lince para leer en su rostro una sorda impaciencia, un odio domado que se subleva a cada instante, quizás el desprecio de una muchacha honrada por un hombre que ha cometido faltas. ¡Ay, pobre amiga mía! la indulgencia es una virtud propia de nuestra edad; los jóvenes no la practican.
Hacer desaparecer los perfiles de un monumento bajo la balumba de los follages, como lo ejecutó en el Panteon del Escorial el italiano D. Juan Bautista Crescencio, era una verdadera profanacion segun las reglas de los Vignolas, Albertis y Sagredos; pero hasta los de juicio mas severo se fueron paulatinamente acostumbrando á la nueva manera, y ya en 1626 no tuvo escrúpulo el hermano Francisco Bautista en adornar con hojas de acanto los capiteles dóricos de la fachada de S. Isidro el Real de Madrid.
Esto era considerado como una gran desvergüenza entre las personas severas del lugar, que clamaban contra el escándalo y mal ejemplo; pero poco a poco todos se fueron acostumbrando, y al cabo de algunos años nada parecía más natural ni más justo sino que Juanita fuese hija de Juana, a la cual no faltaron tampoco defensores, ya razonables, ya fervorosos, que alababan el cariño y la devoción maternal de la madre a la hija, y que cuando eran algo maldicientes no dejaban de comparar a Juana con otras que pasaban por honradísimas y que hasta tenían la insolencia de presumir de casi santas.
Palabra del Dia
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