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Comprendiendo que no había de hacer caso a la doncella, yo misma le hablé por el ventanillo. «¿Es verdad que te vas con ese? me preguntó ¿sabes que me pones en un ridículo espantosoLe contesté que era verdad, que no volviera a acordarse de , pero que para él no había humillación porque las traiciones y las infidelidades de una mujer como yo no deshonran a nadie. Se puso frenético.

Siempre hay que acordarse de que Caracas es la ciudad nativa de Simón Bolívar, de Miranda y del insigne poeta Andrés Bello, y que se puede considerar como la cuna de la independencia sudamericana.

No se explicaba la Regenta cómo Visitación iba y venía de casa en casa, alegre como siempre, risueña, sin miedo al agua ni menos al fango del arroyo... sin pensar siquiera en que llovía, sin acordarse de que el cielo era un sudario en vez de un manto azul, como debiera.

Esta confirmación de la noticia recibida de antemano no altera en nada la determinación de Quiroga, que después de tomar una taza de chocolate, según su costumbre, se duerme profundamente. El doctor Ortiz gana también la cama, no para dormir, sino para acordarse de su esposa, de sus hijos, a quienes no volverá a ver más. Y todo, ¿por qué?

Bonis había pasado una vez por allí, en coche, sin acordarse de sus antepasados. ¿Quién se habrá llevado el libro?

Aún llevaba en sus labios la huella de los besos de Leonora; todo su cuerpo estaba impregnado de su dulce calor; ¡y aquel viejo venía a hablarle del deber, de la familia, del qué dirán, sin acordarse para nada del amor! ¡como si el amor no fuese nada en la vida! Aquello era un complot contra su dicha, y sentía que un impulso de lucha y de revuelta agitaba su voluntad.

Esperó un poco para asegurarse de la solidez de mis propósitos; y tan luego como vio que persistía y me conservaba firme en mi puesto en ciertos instantes de difícil prueba, abandonó su actitud defensiva y aparentó no acordarse de nada, que era la más caritativa de todas las maneras de otorgarme perdón y la única que le estaba permitida.

Las interminables recuas de mulas, al acarrear del interior á los puertos las cargas de salitre, parecían acordarse melancólicamente de los campos donde habían nacido, con árboles, hierbas y arroyos.

No sea usted niño dijo . ¿A qué acordarse de lo que ya no es posible? ¿Por qué pensar en ?... Usted tiene a su mujer, que, según me han dicho, es hermosa y sencilla; una buena compañera. Y si no ella, otras.

Estaba alegre, con la alegría forzosa del que necesita amoldarse á los acontecimientos. Se felicitaba por su libertad, como si esta libertad la hubiese conquistado voluntariamente y no le fuese impuesta por el desprecio de ella. Le dolía el recuerdo del día anterior, viéndose ridículo y grosero. Era mejor no acordarse de lo pasado.