Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 10 de junio de 2025


A las 10 leguas pasé el Rio Seco, que lo estaba enteramente. A las 12 leguas llegué á un pequeño arroyo, que llaman la Acequia, porque lo es del molino, en donde hay un puentecito para poderlo pasar comodamente: su agua es mediana. Los árboles del campo son, entre otros, algarrobos, chañar, quebrachos, espinillo y garabato. En las inmediaciones del expresado arroyo hay varios ranchos pobres.

Chorreando barro y agua, salió de la acequia, subió la pendiente por el mismo sitio que su adversario; pero al llegar arriba no le vió. En la tierra seca se marcaban algunas manchas negruzcas, y las tocó con las manos. Olían á sangre. Bien sabía él que no había errado el tiro. Pero en vano buscó al contrario, con el deseo de contemplar su cadáver.

Nada le grita su papá, que Núñez se ha caído a la acequia. Naturalmente al oír esto Emilita lanza un grito desgarrador y cae desmayada en brazos de varias damas. Núñez, hecho un héroe, despreciando su propia salud, corre a socorrerla. En pocos momentos se llena la habitación de vasos de agua y salen a relucir también dos o tres frascos de antiespasmódico.

Ya alcanzaba á contemplar su huerto, ya se reía del miedo pasado, cuando vió saltar del bancal de cáñamo al propio Barret, y le pareció un enorme demonio, con la cara roja, los brazos extendidos, impidiéndole toda fuga, acorralándolo en el borde de la acequia que corría paralela al camino.

La familia sentía el alborozo de un pueblo que con la rebeldía recobra la libertad. Marcharon todos hacia la acequia, que murmuraba en la sombra. La inmensa vega perdíase en azulada penumbra; ondulaban los cañares como rumorosas y obscuras masas, y las estrellas parpadeaban en el espacio negro.

Al fin se decidía. Realizaba un esfuerzo de voluntad, como el que va á arrojarse de una altura, y siguiendo el borde de la acequia, con paso ligerísimo y el equilibrio portentoso que da el miedo, pasaba veloz ante la taberna. Era una exhalación, una sombra blanca que no llegaba á fijarse por su rapidez en los turbios ojos de los parroquianos de Copa.

Y luego, con mucho cuidado, hizo un ramo de nomeolvides. «¿Para quién es ese ramo, Piedad?» «No , no para quién es: ¡quién sabe si es para alguien!» Y lo puso a la orilla de la acequia, donde corría como un cristal el agua.

Y como su fino oído de hombre habituado á la soledad creyó percibir cierto rumor inquietante en los vecinos cañares, corrió á la barraca, para volver inmediatamente empuñando su escopeta nueva. Con el arma sobre el brazo y el dedo en el gatillo, estuvo más de una hora junto á la barrera de la acequia.

Hallabanse en nuestro exército, entre todas las tres naciones, tres mil y quinientos caballos, y quatro mil infantes, quando dexaron sus quarteles para salir á recibir al Duque. Llegaron á alojarse el primer dia en unos prados por donde atravesaba una acequia muy grande, que les ofreció un ardid y traza importante para su ruina del enemigo.

Le habían tirado desde alguna acequia, emboscado el tirador detrás de los cañares. Con enemigos así no era posible luchar; y el valentón, en la misma noche, entregó las llaves de la barraca á sus amos. Había que oir á los hijos de don Salvador. ¿Es que no existían gobiernos ni seguridades para la propiedad... ni nada?

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando