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Actualizado: 27 de mayo de 2025
La de Ozores nos lleva como por la mano a D. Álvaro de Mesía, acabado tipo de la corrupción que llamamos de buen tono, aristócrata de raza, que sabe serlo en la capital de una región histórica, como lo sería en Madrid o en cualquier metrópoli europea; hombre que posee el arte de hacer amable su conducta viciosa y aun su tiranía caciquil. ¡Con que admirable fineza de observación ha fundido Alas en este personaje las dos naturalezas: el cotorrón guapo de buena ropa y el jefe provinciano de uno de estos partidos circunstanciales que representan la vida presente, el poder fácil, sin ningún ideal ni miras elevadas!
Pero ya el pobre no existe; todo ha acabado añadió con un aire algo pensativo. Pero su secreto existe aún observó Reginaldo. El lo ha legado a mi amigo. ¡Qué! estalló el tuerto, dándose vuelta hacia mí con verdadero espanto. ¿Le ha dejado a usted su secreto? Parecía completamente trastornado por las palabras de Reginaldo, y noté el brillo perverso de su mirada. Me lo ha dejado.
El primero que encontraron fue el Ferrer, moribundo, con la cabeza chorreando sangre, lanzando aullidos y retorciéndose lo mismo que un demonio... Ya había acabado de penar. ¡Que Dios le acogiese en su misericordia!
Acabado este relato, se volvió hacia mí con una dulce compasión, y me dijo: « Carlos, henos aquí como dos viajeros del desierto que después de haber soñado en la patria, reanudan su largo camino a través de los arenales. Todo se ha desvanecido, pero tenga usted valor, Carlos, y esté seguro de que mi amistad le seguirá a todas partes.»
Otro administrador cualquiera hubiera acabado con el marqués en diez años. El marqués, por lo tanto, creía deber a D. Acisclo diez años de buena y alegre vida. Otro administrador cualquiera no hubiera hecho los adelantos por la mitad menos, y se hubiera enriquecido más pronto, y no hubiera arruinado a su señor con tantos miramientos, con tanta suavidad y pausa, y con tan severa conciencia.
Como se le hubiese acabado el aceite a su velón de tres mecheros y no pudiese rezar ni leer, bajó a la cocina en demanda de combustible. Halló muy concurrido el sarao de Sabel.
Figuraba el horizonte el nacimiento del sol, como para denotar que esta horrenda catástrofe debia executarse al rayar de la aurora. Luego que hubo acabado, se fué corriendo al aposento de una dama de Astarte, la despertó, y le dixo por señas que era menester que llevara al instante aquel quadro á la reyna.
Sencillo y sublime lenguaje. No quiere decirse con esto que se hayan acabado las tempestades; empero lo que sí ha terminado es la ignorancia, la turbación y el vértigo que producen la obscuridad del peligro, y lo peor de todo peligro, el lado fantástico. A lo menos, si se perece sábese el por qué.
De modo que juntan en un plato todas las sobras de cuantas viandas les han servido a la mesa; hasta los dulces, si los hay, los juntan con lo demás. Luego que han acabado, llegan las mujeres y toman los platos de las sobras y se los llevan a sus casas, a donde también van los maridos, y juntos con sus hijos o amigos comen lo que ha sobrado en el convite.
44 Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o huésped, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 46 E irán éstos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna. 1 Y aconteció que, como hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos:
Palabra del Dia
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